jueves, 14 de abril de 2011

PEGAMENTOS DURADEROS DEL ALMA / Poesía de José I. Restrepo


AL GESTO QUE NO FUE

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Hay en algún lugar
un gesto olvidado de mis manos
que tejería el curso de las aguas
mansamente haciéndolas
posibles de beberse,
en cuya superficie sin cesar
e involuntarias
algunas criaturas voladoras
hacen pequeñas incursiones se diría
formando consentidas espirales,
que atraen luego en la orilla de arenisca
y se devuelven graduando en armonías,
el próximo golpetear contra las piedras

Busco el espacio que completa el rito
en el cual se sumerge capturado
el ademán que mis manos han urdido,
acaso acariciando lentamente
la idea de hacer una caricia,
mientras miraba los ojos
que hoy son ciegos,
en alguna noche iluminada
por aquellos que poseen las respuestas
y nos miran incluso allende al alba…

Quizá hay una grieta que no veo
entre mi línea de vida y de fortuna,
donde yace dormido y a la espera,
ese gesto bello y elocuente
que quedó iniciado en otro tiempo,
sobre su suave espalda de doncella…


TEJIDO DE DOS HILOS

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Si pensar en las monedas de sal que contaremos
abriendo un poco apenas las cuencas de las manos,
te duele ahora tanto,
si calcular el gesto de los granos maduros
ayer almacenados para el árido invierno,
si deshojar los pétalos aun frescos,
si paladear la voz en la garganta abierta,
si regalar la luz del ámbar,
si abrir el paso a la mirada
son esfuerzos fugaces sin muestra de decoro
o deleite contenido para otro momento,
 que llamamos prosaicamente ilusión,
o en la mente de los niños sueño…
Ya no preguntaré que máscara usas,
ni indagaré elusivo por la palabra ajena
que hayamos desgastada,
ni será la ternura una promesa desvalida
bogando sola por los íntimos cauces de la espiga.
Comprenderé en silencio la negación no escrita
en tus mejillas ardidas por mi aliento,
y estaré consumiendo  mi propia  esperanza
que de tanto latida ya sabe lo que es salir de viaje
sin esperar por único equipaje un tardío beso …

Si el agua que repite la noche sin orillas
te trae nuevamente a mis mejillas,
si el escuchar la lluvia digitando teclados
en mis sienes dementes
me envuelve tristemente en el recuerdo sordo
del diagrama salino de tus ojos,
si el rumor de los cristales macerantes
invade lentamente la agenda de la noche,
construyendo en mi ámbito difuso
frágiles catedrales de mi amor inconcluso,
entonces creo podré encender aquel instante
que estaba vivo entre pavesas con mortaja
aguardando sereno
atérido,
dormido…

Y amor, 
si en vez de lluvia el sol,
el temido sol de asbesto,
que nos besaba las manos bajo el ámbar,
regresa y se derrama otra vez
sobre el alma liviana de las alas,
entonces es que estamos ya hechos
de nuestras mutuas presencias consentidas,
de permanencias renacidas
que no necesitan pasaporte,
ni puerta para entrar al llano
y sereno ábaco de la noche… 


JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor

1 comentario:

  1. Que si el ahínco dejara rastro blanco la tierra fuera nieve todo el año, pero que no son fríos nuestros signos ni alejados los arcanos protectores, y nuestra letra sin miedo reconoce como senderos propios, hijos aventajados del buscador aliento que nos unió un buen día, por destino escrito entre los verdes del bosque y los dorados del sol sobre la piel, que nos sabe de modos consecuentes hermanos, amantísimos y nobles ...

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