miércoles, 15 de marzo de 2017

LOS BUENOS TIEMPOS / Poesía de José Ignacio Restrepo



MEDIO VASO DE AGUA


Villorrio de celofanes
con paredes de aguardiente,
donde vengo a visitar a mis queridos recuerdos
cada martes mes partido
y sobre todo los viernes,
en que siento que de nuevo
soy pirata malherido,
veo colgadas sin fe
fotos viejas donde yo
colaboraba de pie
tomando con puntería,
risas de comensales que estaban allí por mí,
mostrando lo bien que estaban,
lo bueno que la pasaban
casi invitando al que viera,
cuando fuera, donde fuera,
a tomar aquel tranvía que los llevaba a mi casa
para vivir como ellos algún momento aquiescente
que sin esfuerzo los tiente
a sentir como se debe
y de la muerte les deje
alejados y contentos...

Veo una foto preciosa
y a acerco hasta mis ojos
donde estoy con una diosa
en las mitades de todo,
seguramente sin habla ofrendado a su belleza
esperando que me lleve al lugar de donde vino,
miro la piel ya ladino, ya perplejo...ya encelado,
y luego miro sus ojos que me tienen por objeto,
y recuerdo desde aquí
lo hermoso que la pasamos,
lo mucho que le entregué,
y tanto que me dio ella...
y me pregunto porqué tomamos otro camino
conociendo la respuesta del agua que fue al molino...
que foto bella por dios,
es mejor colgarla allí
y regresar a la vida
que me llama de este lado,
abreva el agua ese molino
y yo bebo desde aquí
mi precioso vaso de agua y con esta antigua sed
por tener tan buen pasado
y este presente también...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

miércoles, 1 de marzo de 2017

SACAR LA PUNTA / Poesía de José Ignacio Restrepo


CHARLA GITANA



Talla 
que horma el calor y resguarda a la lanza
que entra y sale en sentido golpeteo,
sanjando en un largo suspiro el estupor
por sentir que ésto es nuevo cuando no,
esta urgencia es la clave en sol de dos
por dar forma al bestiario de los cuerpos
para no terminar soldados, viejos,
en medio del lamento embravecido
que hacen todos a una hora previa
del seráfico olvido mentiroso,
que miente en el afán de prosperar
con su presencia simple y acuciosa,
en estos huertos llenos de alimento
que nadie hace la lid de cosechar.

Talla, 
mientras las manos cogen todo
sin saber por mi dios con qué quedarse,
y ya sabemos qué hay después de todo...
el sempiterno don de prosperar
entre carnes que no nos pertenecen,
encabalgados de cientos de dolores,
porque qué es la muerte sino el fin
de todos los prosaicos deseos,
antes de que la res colgada quede
de un gancho de su propio matadero,
saca las cien palmadas que en tu mano
se hayan quedado dormidas sin labor
y extiéndelas con fuerza entre mis nalgas,
poco castigo tuve yo en la infancia
y ellas temen quedarse apabulladas
sin la marca guardada que merecen,
por de tanta manera estar sentadas
y fuera de lugar...


Y el resto del poema
en indulgencias,
mirándonos al borde de la cama,
que cierto es que sudar fatiga da
y más si fue lograda en compañía...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
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