ILUSTRADO
Foucault ya miraba
con ternura,
lentamente casi con dulzura
esas verdades tan anchas como ajenas,
donde se hablaba de tanto
y de tan poco,
repitiendo lo hallado y lo supuesto
en las aulas colmadas y tan grises,
donde nunca brilló ninguna estrella
con fulgor de razones o conjuros,
y solo ideas pensaron y enunciaron
atadas por hilitos de colores,
probable sean ya
prendas de olvido,
aunque griten tu nombre
con coraje,
y las metan a la fuerza
entre los libros...
Mañana,
puede ser dicho al contrario,
ilustrado señor
profesor mío,
que no deban la fe civilizada
o la superchería primitiva,
meterse a explicar del Yo y del Otro,
como lo hizo ese pensar funcionalista,
discurso del hacer individual
atado al pragmatismo por lo útil,
y vos y yo necesitando todo,
menos explicación de quiénes somos,
quedados por inútiles y bodrios
los abrazos que reparan vidas,
y el candor de las mentes positivas
tirado como fardo indeseado,
cuando ahora es realmente valioso,
para dar sentido a lo pesado
que nos pone cual cargo
en las espaldas,
este anacrónico mundo gaseoso...
Foucault ya miraba
con ternura,
lentamente casi con dulzura
esas verdades tan anchas como ajenas,
donde se hablaba de tanto
y de tan poco,
repitiendo lo hallado y lo supuesto
en las aulas colmadas y tan grises,
donde nunca brilló ninguna estrella
con fulgor de razones o conjuros,
y solo ideas pensaron y enunciaron
atadas por hilitos de colores,
probable sean ya
prendas de olvido,
aunque griten tu nombre
con coraje,
y las metan a la fuerza
entre los libros...
Mañana,
puede ser dicho al contrario,
ilustrado señor
profesor mío,
que no deban la fe civilizada
o la superchería primitiva,
meterse a explicar del Yo y del Otro,
como lo hizo ese pensar funcionalista,
discurso del hacer individual
atado al pragmatismo por lo útil,
y vos y yo necesitando todo,
menos explicación de quiénes somos,
quedados por inútiles y bodrios
los abrazos que reparan vidas,
y el candor de las mentes positivas
tirado como fardo indeseado,
cuando ahora es realmente valioso,
para dar sentido a lo pesado
que nos pone cual cargo
en las espaldas,
este anacrónico mundo gaseoso...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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