miércoles, 30 de septiembre de 2015

LOS REGALOS DESCUBIERTOS / Poesía de José Ignacio Restrepo


A UNA AMIGA ALADA 



Y levanto mi antorcha...
No he podido en mi perdido islote
convertir el ardor, el mustio ardor,
en un varado vértigo omnisciente
que vibre sobre mi sin pausa
mencionando tu nombre como código,
yo llevo en mi altar tu contraseña
grabada también sobre mi frente,
y con mis cicatrices imperfectas
formo poemas 
al llegar la noche...
Hoy pude ver
que de todo lo perdido
polvo veraz, 
sangrado, turbio, exacto,
puedo extraer certezas miniaturas,
y esos minutos sin tu sombra cierta
son sin embargo hechos de nosotros,
tu risa hermosa
traspasando el mundo,
tus ojos grandes como cantimploras
donde beber la sangre de esta lucha
para perderla y al fin lograr ganarla...
Esos minutos completamente puros
regalados por dioses caprichosos,
que hoy se mostraron
tibios, sugerentes,
como un hermano rico que llegara 
lleno de halagos al llegar de viaje
nos pone vivos en este altar sereno
donde es la vida atenta y el amor
el justo don, el arte soberano...
Doy gracias, hoy,
por tus regalos
y te propongo darnos los que siguen,
artes queridos, verbales, tempraneros,
que nacen sin decirnos ni obligarnos
pues tienen sitio en los lastres confinados,
de la piel que quemó el pasado indolente
y que en las cicatrices se forman sin orden
para curar dolores y cargas hostiles
que nazcan en otoño
para acortar nostalgias de mudos abriles...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

viernes, 25 de septiembre de 2015

Y HACEN UN LAZO LAS PALABRAS.../ Poesía de José Ignacio Restrepo



QUÉ LE QUEDA...


Qué le queda al amor sino entregarse,
sus derechos de ser esclavo y amor,
poner día con día en documento
atándose a la liturgia de la piel,
sin mayor compromiso que ir sembrado
entre dos como un árbol, como hierba,
que parece perenne, sostenible
si ante el viento se mece,
por garante poner solo deseo,
no sufriendo percance o menoscabo
porque cambien los climas, suba el mar,
en incendio sin nombre o en tsunami
sorpresivo, fugaz y destructivo,
mirar como lo intentan acabar...

Qué del amor pardo y reverente
usado normalmente por la gente,
podemos poner hoy como un ejemplo,
vulgarmente mostrarlo como templo
donde arden los vivos comensales
si todos lo sabemos más que éso...
es lugar de prolíficas tareas
que deben diariamente completarse
para que surta la fe su resultado
y el tiempo limitado recompense
a los que están del lado de creer
y ser dioses de un amo...

Qué de nuevo si no es solo verso,
y nos muestra gentil el universo
el cómo, el qué diverso, el vasto cuándo
y queda solo ser observadores
si queremos lograr de un censo duro
la simpleza y la paz que todo abarca
cuando hombre y mujer deciden ir
en busca de un destino que los junte
tan sabio que gentilmente musita
los deberes y luego acariciante
los premia por llevar al otro cerca,
o mejor en el alma ya crecida
para que hable uno y diga el otro
mientras miran sus ojos en silencio,
sonriendo de más nunca de menos
sabiendo la respuesta en un segundo...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©


lunes, 21 de septiembre de 2015

A LAS DOS DE LA TARDE.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


EN LA CALLE DE AMOR



Amores destacados 
que se asoman ante balcones antiguos
mientras mis ojos de almíbar saborean 
instantes algo grises,
detenidos, 
confusos, sonrientes, algo llenos
y no puedo decir que sea la queja
motivo para andar en estos rumbos,
más bien mi voz se llena entre los triunfos
por acudir este lunes al llamado
como si fuera abril de corazones
y un mensaje de amor nadara solo
cual barco de papel abandonado
en la rivera norte del canal
donde alguna ayer se decidió
a decirle su adiós
al galán que traía enamorado...
Amores que se niegan a olvidar
mi camino labrado,
ante todo por besos recabados
de bocas ya dispuestas,
los recogía un día en una calle
al borde de algún drama mal escrito
y en la noche los iba a bien sembrar
en labios medio abiertos, dilatados
marcados por la innoble soledad
con números usados...
Tantas veces volví por uno solo
que en un lugar distante hacía falta
que sin fijarme bien llegué a poner
en un mismo lugar lo que robé,
el calor ilegal reconocido
me dejaba vencido
y cambiaba un poema por error
en nombre de mi propio crucifijo...
Los labios sonrosados me decían
que no había pecado en mi conducta
pues nunca rechazaron la caricia
aunque fuera de antes repetida,
tentados por amor de no dejar
entre el musgo de un muro delegado
aquel gesto nacido antes de ayer
en labios principados...
Como si fuera abril y no setiembre,
entre lluvias y nubes,
los miro hacerme señas, morisquetas,
desde balcones llenos de begonias,
de astromelias colgantes y delirios
que se esconden tras ellas
bien trajeados,
esperando que pase el gris autor
y olvide que este sitio de emoción,
de flores y monsergas caprichosas,
lleva el nombre grabado desde siempre...
se llama calle olvido, no te pierdas
que un recuerdo infeliz no se equivoque
y ose confundir la dirección, 
su rumbo perder,
ver corta lo que es larga distancia
entre el mármol de atrás y la otra esquina
hay cientos de lamentos ya callados
 de balcones colgados
perdidos en la bruma del ayer...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

lunes, 14 de septiembre de 2015

A ESA HORA TEMIDA... / Poesía de José Ignacio Restrepo


LARGO VIERNES


Sierpes que urgen
en la piel volátil del amante
cuando ese nombre relata y rememora
algún silencio que clama cada que ora
porque regrese el jíbaro tunante
que arde desde siempre allí en su sangre
cada que fiel la mienta,
en la última hora cuando es tarde
para que esa febril hambre de uno solo
se convierta en sutil concupiscencia...
Palabras que revientan sobre el hombro
y arden como dedo en la matriz
cuando sedes añejas la devuelven
a pesar de que no exista ya nadie
que le haga la guerra en este lecho,
y solo el sueño egregio lo sorprenda
ganando entre su piel triste posada,
dejándolo esta noche sin sus manos,
sin el cerco prefecto de su boca
y su prisa de viernes pues es lunes...
solo y sin deseos de dormir
marcha a la hora magra en este hostal
con sus ganas de amar,
desguarnecido,
pero sabiendo que ella es sus dos bienes
la gratuidad hermosa de morar
junto a lo que haya o falte
junto a él,
que la pone por signo entre su frente
a la hora en que toca persignar
y la hala al misterio de soñar
un valor indecente
si se trata de amar
un largo viernes...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©


domingo, 13 de septiembre de 2015

DE SOMBRAS PERSEGUIDO / Poesía de José Ignacio Restrepo


BULAS DE MIEL



Roído por silencios de hace años
que aterrizaron sin saber cómo ni cuándo
en el largo alfeizar de la ventana
que tiene marcas de caca de palomas
blanquecinos sufragios detenidos
y endurecidos sobre el mármol viejo
tan similares a las marcas de la cama
que se ha mudado conmigo tantas veces,
sobreviviendo al sesgo de lo antiguo
por la propia virtud que siempre gana
de ser sobreviviente necesaria
como lo es para el alma
este pellejo...

Habla la sacra ausencia de palabras,
que me persigue siempre,
todo el día,
y mientras yaces al lado ya dormida
vocifera cual ráfaga de viento
cantando con singular melancolía
mis tangos viejos que salen de la laptop
por otros diez minutos,
pues la forja del día empieza tarde
y el sincero paladar de mi interior
dobla la voz si prueba el mestizaje
de estos temas que nacen y se mueren
en un lento atropello,
ruido de un andamiaje
que se cae...

Sin duda es la medida soledad
que vierto con el ron en este vaso
y esa respiración que amo hace tanto
porque escancia la vida en tu interior,
saber que estás segura,
que yo soy
tu paladín de cien melancolías,
el astro que te dota de color,
tu héroe sin misión,
tu bien seguro...
y entonces merma el grito en mi recinto
y viaja a algún lugar esa tristeza
a la que llamo amarga fortaleza
en los días en que no hallo mis palabras,
y debo derrotarme para verlas
con mis tesoros robados adelante,
mis tesoros robados que son tuyos
dama de fraguas vivas,
mi princesa..

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©

miércoles, 2 de septiembre de 2015

PARÍS, UNA POSTAL / Poesía de José Ignacio Restrepo



ALAN & JUSTINE 



No la quería mirar pero no podía dejar de hacerlo
ella tenía posados sus dos grandes ojos café oscuro sobre mi, 
sobre mi mansa timidez de escritor viejo/niño sombrío, itinerante,
y los dejaba resbalar por lo visible de mi piel, 
que podía sentirla como lava nueva de volcán sin nombre.

Ella reía de verme sin palabras de amor con qué jugar,
yo que tengo el poder de blandirlas  e inventarlas a mi antojo 
cada que reconvengo a mi silencio
para hacer con ellas enhebradas a mi deseo volátil
lo que me venga en gana, siempre... 
y algo más...

Tiene veinte pasados y una libreta de cuentas con la vida.
Sabe que la tristeza se hace escondida a esperarnos por ahí
y en un parpadeo salta encima para acabar con todo lo que haya. 

Y yo temo mirarla, 
temo ser esa ruta suicida donde haya tristezas, desencantos,
al centro, al medio, sobre y en el borde
esperando su faz,  su extraña pero perfecta belleza adolorida,
 para marcarla profundo con mi nombre que no conoce
pero cree que ama.

Temo ser en un minuto esa alta ventana de vidrios amarrados a la bruma
desde donde va a divisar sin que lo quiera horizontes de fuego
nunca antes pensados por ella, 
de la cual saltará, saltará, saltará tantas veces como mal necesita
para aprender a volar y no a caer buscándose en el suelo
cuando ya ésto no sea una postal... 

Éste día de azar en que la miro mirarme sonriente duele mucho, 
sombrío me deja y circunspecto cuando me veo dejarla pasar,
y me obligo a olvidar que me mira ataviada de luces primordiales
con la luz perfecta del  amor alumbrando fondos y bordes de su cara. 

Sin saber quién soy.
Una lámpara apagada hace tiempo...
Mirando mi quietud sin su luz
similar al divino resplandor de una luna serena y delicada
cuyo sueño marcha sobre mi 
aguardando un mejor amanecer...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor
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