miércoles, 12 de abril de 2017

¿USTEDES VIERON? / Poesía de José Ignacio Restrepo


CONFETI


Hoy paso por una calle ajena
por la que ayer cruzó una caravana
de gente que seguía a algún famoso...
se pega natural de mi calzado
ese papel picado,
miríadas de todos los colores,
que pasan cual vital jardín de flores
haciendo para quién de suvenir,
de chiste en el final de su jornada...

Un mitin encorvado,
el griterío fanático de miles,
el incordio de gritos farfulleros,
la turba descarada,
y acaso en las ventanas esos rostros
junto a otros sonrientes,
que no ven la razón ni lo atinente,
mientras en otras partes cae el cielo
en explosiones pares y los niños 
se mueren sin saber qué les pasó,
partidos, desangrados,
o con hambre...

Pasó ayer una humana procesión
de gente feliz y equivocada,
varada entre su hacer y su pensar,
sin más crédito dar
que a éso que les nutre de alegría...
insomnes, gutaperchas entre si,
adheridos a verdades demacradas,
con líderes que mandan olvidar
a toda la tristeza,
a éso que les ponga a cavilar
los senderos de toda la cabeza...

El confeti tirado en el asfalto
por tres cuadras de largo
cuenta lo necesario de olvidar,
el sánscrito caudal
venido de comarcas hoy en guerra,
la guerra de los ricos por los pobres,
la guerra de tener lo ya perdido,
esa forjada en mesas de algún club
cuya meta conspicua en dos palabras,
es robarse del subsuelo la riqueza,
simplemente acabando
con el pueblo que habitaba el suelo,
el caos generado y vuelto pan,
de compra diaria por el otro mundo,
el que mira noticias de otro lado,
el que combate rutina con rutina,
el que atorado al presente solo cree
aquello que en la tevé 
mal le cuenten...

Hoy pasé por una cuadra larga
cubierta de confeti de colores,
hubo trago y fiesta estoy seguro
casi hasta llegar el alba,
una boda de jóvenes famosos,
un político que apenas nace,
un equipo de fútbol vencedor,
soldados que llegaron vivos...
nada realmente superlativo...
migajas de papel,
color de olvido.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

jueves, 6 de abril de 2017

EL ÚLTIMO VERSO / Poesía de José Ignacio Restrepo



LLEGAR


Dejo la piel morada en estos versos,
la piel de ir y venir amoratada
y vengo acá, a donde me has llamado
a punta de diez brillos y el bordón
que tienes como agüero entre los ojos
y cuento cuando dejas
que mire yo en la noche
cuando vienes,
que son como ventanas para ver
los linderos del alma...

Vengo con las narices muy tapadas,
con mis ojos enfangados de llorar
por la ruina del mundo,
y la que cargo,
solicitando un poco de alimento,
de ese ácimo pan
que bien tú horneas,
y me hago en el zaguán cual diletante,
cual mendigo sin prisa, taciturno,
para que tú me veas
cuando llegues...

Por mis sienes la nieve,
el pecho entre ofuscado,
los pies en carne viva por llegar
y el cuerpo muy cansado...
solo verte me debe mejorar
como pasó otras veces...
que me invites a entrar y a comer algo,
que te rías de verme demacrado
por hacer de la vida un solo esfuerzo,
y luego en el silencio bien me llames
con tus ojos perfectos
a escribir en tu piel
mis nuevos versos...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

martes, 4 de abril de 2017

CUANDO CANTA UN TURPIAL / Poesía de José Ignacio Restrepo


UNA SIMPLE METÁFORA


La baldosa se lo sabe de memoria. 
Ha aprendido por fin a caminar 
olvidando para siempre el don del vuelo. 
Vino un día conmigo del mercado 
picoteando el botón que va cosido 
en mi gorra ya vieja marca nike, 
yo con miedo que hiciera algo en mi oído. 

Pasó calles, carreras, avenidas, 
asentado, dormido en mi cabeza, 
y al llegar sin parar mientes en nada 
recorriendo la casa como propia 
cantó trinos que sabía de memoria 
viendo tantas ventanas, presentía 
que lo había traído por tozudo 
y que pronto cansado lo iba a echar.

Pero nunca pasó. 
No fue el perro ni el gato ni el cansancio. 
No pudieron con el los ratos rancios. 
Ni la hoja de papel puesta en la mesa 
que de mañana aguarda a que mi mano 
escancie sobre ella las palabras, 
que al rato sin respeto picotea 
con envidia infantil y pasajera...
esa ave cantora, ese turpial 
entre meses recorriendo este zaguán 
olvidó sin querer el don del vuelo 
que había aprendido sin afán 
por el gozo de hacerlo. 

Y dedicó horas sin augurio 
a cuidarse del perro y mi paciencia. 
De ese gato mestizo que lamía 
mis manos sin permiso si cantaba
y hasta el día impensado de su arribo 
era el dueño y señor de este lugar.
Una noche en la almohada picoteó
 entre mi esquivo sueño su silencio
avisando inquietudes declaradas 
y yo sin atención no lo miré
ni tampoco cuando se hizo en la ventana. 

Rayando el nuevo sol me desperté 
y con su canto ausente entre mi oído, 
me di cuenta sin más que ya no estaba, 
que el amado turpial se había ido.
Me hice largo rato allí a mirar. 
Y luego vino el gato y luego el perro. 
Con la vista en un punto paralelo 
estaban junto a mi como esperando, 
pero más bien pensaban en lograr 
del justo retroceso un bien perdido. 

El ave no volvió.  
De nuevo mi silencio malherido 
reinó en este lugar 
volvió mi gato a hacerse entre mis piernas 
y mi perro a ladrar duro a deshoras. 
Nunca volví a ponerme aquella gorra 
ni a silbar mis tonadas favoritas 
robadas a esa ave que llegó 
un día ya olvidado ya hace tiempo
y que al verme enamorado se quedó.



JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...