jueves, 8 de octubre de 2020

HOSTALES TIENE GUARDADO EL CORAZÓN / Poesía de José Ignacio Restrepo

 
JARDÍN SIN NOMBRE


Mientras se hace invierno
este otoño de rojos y de sienas,
vuelve sus ojos un tanto pudorosos
hacia una piedra alzada en la floresta...
Está bruñida por lluvias del pasado
que han conseguido sobre ella un raro brillo,
que como el cuerpo elocuente de una negra
por todo sobresale sin esfuerzo,
y sin que pueda verse manifiesto
algún turbio detalle que dé nombre,
al defecto que traba la belleza...

Los pájaros se posan simplemente,
a cantar lo mejor del repertorio,
y cuando al rato se alzan a volar,
saturados de este hermoso paraíso,
tienen como labor ir a contar
que hay un piano de piedra allende al bosque,
coloreado de negro por el fuego,
de algún raro fenómeno abatido,
de un trazado perfecto...

Y que a veces la piedra se ilumina
con un hada de sacra mansedumbre,
que aparece dormida sobre él...
puede oírse una música en el sitio,
tan baja que se duda si ella suena,
o son pájaros que nobles acompañan
el vigoroso dibujo
sin autor...

El invierno que todo lo socaba
esconde de los ojos este sitio...
muchos buscan testigos de esas horas,
donde un piano de piedra acrisolado
por fuegos de un amor pleno y sin nombre,
han dejado sobre él a una doncella,
que parece esperar un duende amado,
que descubra el bello piano de la piedra,
recubierto de un negro
de alabastro...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

martes, 29 de septiembre de 2020

EL TACTO CANSA / Poesía de José Ignacio Restrepo

 
LOS QUE SE VAN PRIMERO


Tarde como el minuto desabrido
que no la trae en su más largo segundo,
ese medido con las sombras de la calle
y contratado con el mar de asuetos,
tarde como su queja curvilínea
dejada atrás de mi vista pedigüeña,
cuando le dije del amor y la mentira
como si fuera el título de un libro
y no la ruta llamada y no seguida
que dejó manchas en el mapa desdoblado
seguido por nuestros ojos cada tanto...

Tarde, como los pájaros que anuncian
de algún corto verano larga lluvia,
o como el tinto que sin decir se enfría
solamente para que puedan nuestras manos
tomarlo dos segundos sin beberlo...
tarde, o acaso demasiado pronto,
la mirada que sesga en el reloj
las ganas de ya estar en otra parte,
aunque del tacto prendido no hay quien vaya
a soltar lo que tiene y aún halla...

Tarde para el que bien se deja amar
confiado en que no cambie su presente,
mientras arde de ganas de marcharse
ese que tiene al frente...

Y raya sobre la blanca servilleta
los fines para todos sus principios,
el muelle de los adioses preparados
ante ocho testigos que no miran
porque les da sonrojo...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO

miércoles, 22 de julio de 2020

CADA GOTA FELIZ / Poesía de José Ignacio Restrepo



BELLA QUEMA 

Vino de Pascua o jugo de uva? - Vida, Esperanza y Verdad

Ponderado gozo
por alzar de la mesa sin esfuerzo
ese manso embotellado rojo vivo,
que suele ser confundido con la sangre
de algún héroe ya muerto y enterrado,
pero reposa en mi copa dulcemente
antes de allanar sin culpa
mi garganta,
para ir entre pequeñas llamaradas
a habitar las paredes de mi vientre,
donde viaja descalza a esta hora
mi última tarea suspicaz
de abrazarla a ella
que me quiere,
por la pared de atrás 
y luego claro,
por el jardín precioso
de adelante,
que he habitado tanto,
tanto tiempo,
y seguro estaré
si dios lo quiere
en el verano entrante...
Debo decir del vino otra palabra
que dé forma sin luz a esta lisonja,
y es que mancha la tela, los manteles,
el borde de una falda o pantalón,
dando ayuda al fleco de la mente
cuando se trata solo de llegar,
al recuerdo precioso o a la obra,
magnánima gigante de recuerdos
que con la ayuda preclara de sus manos,
he construido aquí sin yo saber,
cómo y cuándo éso ha sido...
bendito vino regado por mi ser
y en las telas gastadas de esta casa,
doncel de los recuerdos
y los sueños
que se niegan sin vivir
a perecer...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 

jueves, 27 de junio de 2019

LA PIEL QUE A SOLAS SE AQUILATA / Poesía de José Ignacio Restrepo



ESCENA CON TRAMPA


Carolingios en castas
dividían poderes que trazaban
cada hora, minuto en cada día,
con afán delegado de ordenar
lo que tras las murallas existía...
igual que nosotros, cada cual,
se mece entre avatares desplegados
antes de que mojara el bautisterio
algún cura que agradó a los padres
por su laico lenguaje de entendido,
desde ese recinto hemos sumado
tantos mapas de viaje
solo para llegar a este portal,
a intentar un análisis.

Repelidos por fuerzas que enfrentamos,
el deseo empujando a la razón,
tantas noches vencida en franca lid,
y muerta y revivida nuevamente,
condonada su álgida presencia
si no decía nada,
que enturbiara la pálida belleza
del querer y querer cada mañana,
hasta que hecha voz, grave y a gritos,
recuperara su bondad y brío,
metiéndose en el blanco calzoncillo
que no quiere dejar desnudo el cuerpo,
para hoy repetir cual tantas veces
la historia inventada alguna noche
en la tierra senil de Carlo Magno,
sobre siervos y amos...

Una niña tan solo es lo que ves,
llegó al motel prendida de tu mano,
soñando con lograr un estipendio
si hacía de mujer, truco barato...
no pudo, ya déjala dormir,
no busques gobernar el sueño libre,
dirigir el canto de un turpial
que ha confiado cantar desde tu mano...
ayuda a que no caiga al foso
hablando cuando despierte
cerca a su oído,
sobre el cielo que tiene justo en frente,
no hundiendo tu daga
en el sino de un día malnacido
cuando ella pensó que era la plata
la respuesta a su vana necedad
y tu la pagarías
tierra, mancha y asilo...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
• Copyright © 

CORAZONES ALTERNOS / José Ignacio Restrepo



OREJA SIN ARO 


Enhebrado espejismo,
atado con nudo doble a una caricia,
que mientras cierro los ojos me repites
mañana seré contigo piel a piel
tu mejor acto noble,
el invento más feliz y delicado
de tu vida de álgido cantor
que hoy siente que nunca le ha cantado
su mejor oda al amor...

Mañana tiene el eco y el candor
de lo poco probable, lo abisal,
algo creo de los sueños cumplidos
que son como esas cartas mal escritas
dejadas con el alba a rabia pura
en un muro vecino...
ese rasgo tunante y presidiario
con pintura negra y descuidado,
que parece decir a todo el mundo
- no he amado aún la quinta parte
de aquello que por ley me toca -
y pide que lo diga el garabato
"Amanda, aún no muere el sueño"
para que el barrio completo sepa todo,
éso que era privado de los dos.

Y al respirar tu aroma nuevamente,
Amanda que indulgente me visitas,
y nada me preguntas por la letra
dejada con pintura en la pared,
puedo ver que tu piel es mi espejismo,
el correlato perfecto de mis manos,
ese eco que escuchara alguna vez
cerca a un viejo mercado de Sevilla,
y que busqué callado por diez años,
eternos, con sus días y sus noches,
seguro de encontrarlo igual que antes
bajo el bucle enlazado de un cabello,
con el aroma feliz y repetido
de alguna que eligió
quedarse acá,
llamándome por mi nombre
como antes...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
• Copyright © 

viernes, 5 de abril de 2019

EL TONO ARMONÍA / Poesía de José Ignacio Restrepo



COLOR MADRUGADA


El tiempo azul del magenta 
dista como una cuadra solamente, 
pero está llena de trampas 
esa bendita distancia...
de los ojos a la boca, 
veintiséis bellos recuerdos 
y luego llega la muerte por un pálido sendero, 
cubierto de miel y esperma
que dejó regado ayer el ejército de amor 
que lucha su propia guerra...
maldita por tan callada, 
y por ser la lastimera, 
corta y última llamada 
del poeta trasgresor, 
sacerdote de la piel, 
consorte de sus recuerdos...

Hace tiempo que corté el salami
que puse entre el pan frío y cuadrado,
mordido por hambres vertebradas
y por silencios
ávidos y cínicos,
portada de la piel, justo apetito,
mi boca tiene escuálido tu nombre
bordado entre la lengua y la garganta,
bajando por el mojado paladar.
Perlas de suave amor
que me aligeran
y toman las palabras nuevamente
como boleto de vida
y hoy de muerte.

Toma silencios y los riega todos
desde la alfombra del cuarto
hasta la puerta...
el vestíbulo la ciñe
con mis besos,
mientras el turbio magenta se convierte
en una playa roja de satén,
donde esperan palabras y delirios
que como flores ahora se transforman
en azules, berilos y morados,
que podrían vestirla y desnudarla
por horas incansables y sutiles,
sin convertirse en cargas o pecados,
o tiempos que no queden en la mente
en su forma
lacrada de recuerdo.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
• Copyright ©

miércoles, 19 de septiembre de 2018

LOS TIEMPOS QUE DE IRSE A ANDAR, SIMPLEMENTE VUELVEN / Poesía de José Ignacio Restrepo



QUÉ OLVIDO


Qué olvido su nombre
cantándose de gozo
por otra vez saltar en mis paredes de vidrio,
por ser eco locuaz repitiéndose hermoso
como si cada letra fuera ávido escondrijo
y en mis ojos ansiosos halla su cuerpo simple
otra vez bello resguardo novedoso,
como en dedos de niño reptando somnolientos
sin poderse dormir, acalorados,
ni del sueño apremiante
despertarse.

Como una gula
que mi boca llena bautiza,
esta gana insaldada y solidaria
por los puentes sinuosos de sus carnes, 
una tapia que ampara pero no cubre 
la distancia de los ojos y su pozo, 
allí nace el calor que anuda toda profilaxis, 
y la ausencia de vino no importa ya 
mientras puedas contar todo lo tuyo 
en en mis iris que ríen...
mientras nacen semánticas del cuerpo 
armadas con señas como mapas
sobre el precioso toldo reluctante
de su piel parlante...

Qué olvido el de mi nombre,
solar ya visitado por sus trinos,
poblado de matojos cancerosos
que parecen sin duda levantar
sus ansiosos olvidos como dianas,
y no pueden siquiera musitar
esas gracias de aprecio desalmado,
por dejar todo lo hecho en el olvido,
y hasta el nombre de ella posponer
para cantarlo duro, omnipresente,
cuando todo se merme
otra vez,
y por la puerta roja de la casa,
salga como quien opta en dimisión
entrar a algún pasado desabrido,
poblado de ecos sólidos, reptantes,
animales y cosas que musitan
el diario de este pérfido viandante...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

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