CON MI MANO
Caoba subido el tono de tu piel,
de labios encendidos rojo celo,
ensortijado y negro tu cabello
y grises los milagros de tus ojos,
el alto de tu cuerpo es bien hermoso
y las curvas descienden o aumentan
cuando me acerco al cielo o a la tierra.
Te llamas como sándalo quemado,
como páramo que su agua destila,
el genuino vigor que yo más amo
tu lo llevas pegado a tu camisa,
y se hace notorio si el sol brilla
y se calienta tu cuerpo continente,
cuando pasas lozana entre la gente
milagrosa te llamo con mirarte
y cuando parpadeo por descanso,
escanciada en vapor vuelvo a llamarte.
Yo pernocto a un lado de tu ausencia,
respirando despacio bajo techo,
las miradas me encuentran refrendando
el borde sulfuroso de tu paso,
el gramo de brillantes en tus labios
y el ajuar con que vistes tu sonrisa,
cobrando ante la noche regalías
por haber invertido en tu universo,
que hoy se ve refrendado por el brillo
de incontables estrellas y luceros,
y a lo largo de pardos litorales
donde pasos servidos por tu pie
serenaron arenas otra vez,
cuando hallaste mi piel clara y rendida,
esa vez, ¿la recuerdas peregrina?
nos amamos sabiendo que seguía
una historia de trámite indeleble,
que allá se quedaría para siempre...
JOSÉ IGNACIO
RESTREPO
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