ENTRE MAESTROS
Una cosecha de mieles cubiertas,
descendida como angélico alimento
para que vean mis manos por la piel
lo que los ojos tallan,
y se demoran sin afán en retener
porque han recibido oro sin reparo,
y no hay temor en ir por soledades,
incluso si hubiere hambre,
o murmullos de voces asesinas,
o parientes perdidos que te llamen
desde la fronda misma de la muerte
donde la parca espera,
siempre impaciente y culta
para ver quien viene...
Esta cosecha de dulces augustos,
sin sales derramadas sobre el suelo
que trae escrito mi nombre con tu puño,
la agradezco mil veces y una más,
porque saqué de costales el vacío
y las manos de querer brotaron plenas,
musité mi nombre en ecos mustios
y él se devolvió junto con otros,
los llamo tus amigos,
señalándome,
y yo debo decir,
no pude por virtud reconocerlos,
uno vino se acercó diciendo,
maestro tiene usted los ojos llenos,
y yo le agradecí de una mirada,
él sonrió
lo supe porque mi mano él apretó,
le dije no te apures por faltar a la verdad
hace ya mucho tiempo que agradezco
de la vida saber sabidurías
aunque mis ojos afuera nada vean..
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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