lunes, 28 de marzo de 2016

QUÉ PRONTO NOS LLEGARON LOS ADIOSES.../ Poesía de José Ignacio Restrepo



EL PAÑUELO



De todos modos,
mi quietud de sangría que se cierra
gotea pues tu bella cicatriz
está aún abierta por correr aprisa
por huir de ti saltando en mi estupor
de la ventana al bies de la cornisa,
esa que tuvo copas, tuvo fieles,
dos que del amor constituían
creyentes fervorosos
que de él no huían...
Dice el médico de almas
que adentro me sentencia,
que ésto pasará, su fin no tarda...
a él ya le pasó,
se sabe ese camino de memoria,
y entonces a esperar sin escuchar
esas bellas canciones
que sin quererlo tú,
y sin quererlo yo
llevaban sin abuso nuestros nombres...
Tampoco ir a los parques
ni buscar a la gente conocida,
a esa que compartía con nosotros
la abulia y el bien-bien de la guarida,
no rondar a la ilesa librería
lugar de los impávidos fetiches
que venían inscritos en los libros,
donde vivían nuestros lazos de culto...
Regresar a la casa a otra hora
pues hacerlo según nos ocurría
puede sin culpa hacer que la encontremos
en las miradas inciertas, conmovidas,
de gente que de antes conocemos
por compartir 
la hora del regreso...
el metro es un lugar frío y perdido,
si volvemos solos a encontrar,
la ausencia del amor en el pinar, 
en los pasillos largos de la casa,
en la alcoba enorme que conversa,
o en la cocina noble que servía
para todo
además de cocinar...
No olvides dejar el último recuerdo
para doblarlo adentro del pañuelo,
donde vas a llorar tu hermoso duelo
de tenerla y no tenerla para siempre,
como dicen las canciones bellas
que a dúo no podrás cantar de nuevo,
que te sirva hoy mismo de consuelo,
que la amaste y te amó
sin reparar...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

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