lunes, 2 de junio de 2014

QUÉ TIENEN LOS LUNES, SI NO ESTÁS / Poesía de José Ignacio Restrepo



AUSENCIAS


Dí que la fantasía dolorosa, 
que no llama inventadas a sus aves,
y las pone a volar para que el suelo
proyecte cual altar sus vivas sombras, 
o aleja el vuelo en tentadas vecindades,
alejadas de aquello
que querías,
ríos que bajan de los altos montes
o llanos puestos allí sin bautizo,
hijos de las queridas soledades
puestos como mil sombras ordenadas
sin tu verbo, tu azar o fundamento...
Fe que se alía con férrea esperanza
para formar el verbo reticente,
las voces húmedas que bien gotean
de los labios del dios al que aún rezas,
del cual negadas voces nunca sientes...
Mojadas todas y sublimes,
talladas en tórridas ternuras,
huellas calladas de séquitos migrantes
que dicen en silencio su oración, 
y aunque sombras requinten
en el cieno,
reflejan sin dudar tus alabanzas...
Quedan, pues, los ecos reticentes, 
de los cuerpos amándose en el cuarto, 
reptando para hacer de las paredes
sus circos de tertulia nueva,
entonces parten tangos y milongas
para llenar del alma tus oídos
y encúmbrase a placer tus citas largas
que no tuvieron mujer
solo tormentos...
En la pieza vecina, están ellos,
una pareja igual pero disímil,
se aman con sus sexos a rabiar
tantas horas de tantos días bellos
mostrándote las muescas de la fe 
cada mañana que salen por la puerta
se caen de tus ojos y tus manos, 
los deseos que aún no satisfaces
repitiendo que pasa lo que pasa,
y que hay de lo vivido suficiente
para llevar a cabo este gris sueño, 
en rojos, amarillos y naranjas,
dejándolo atado en el presente, 
en bien de los amores reteñidos, 
por la piel de los dos santificados
pero nunca tenidos...
Ah, calor de la pálida jornada 
emprendida sin voz en la hora suma, 
que tendré cuando acabe tu presencia, 
¿que habrá sobrevivido entre mis ojos, 
cuando cese tu amor y tu hermosura? 
Nada es para siempre, mas confiemos, 
es tan tierno soñar con merecer, 
el descanso entre pieles cortesanas 
ante esta soledad tan partisana, 
de no tenerte hoy...
que no tiene mi piel manchas ni moho, 
y solo con tus ecos celestinos, 
regados por la casa que es un mar
desgasta ente mis dedos tu recuerdo,
 vasta geografía que conozco,
en ecos de silencio acuoso.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
• Copyright ©

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