lunes, 24 de octubre de 2016

TEMOR DE DESPERTAR / Poesía de José Ignacio Restrepo


ENSOÑACIÓN


Perlas de luz
que ruedan por tu cuerpo
mientras las pruebo con mi boca humilde,
ojos cerrados,
manos que descubren
todo lo antes sin mella descubierto,
abierto corazón,
piernas abiertas,
boca que mide nombres encubiertos
dejando piel encabada entre mi talla,
mientras cabalgas,
mientras corro legendario
y olvido fechas, lides, quehaceres,
para que calen eventos repetidos
que entre mis manos
parecen singulares,
yo voy cubierto por tu largo pelo,
sudo contigo,
me sueño aún despierto
y tú te aromas
de todo lo que soy
tomando entre tu piel
mi ser de amor...

Sudores fríos 
que cálidos se nacen
y pasan de tu cuerpo hasta mi piel,
y luego en el descanso comedido
para tomar el aire yo te digo,
no he tenido nunca ni tendré
algo a lo tuyo
siquiera parecido,
y antes de que digas, yo tampoco,
te diré que soy ánfora, soy mar,
soy lanzada ventana, pedernal,
donde apoyar lo que me traes hoy,
lo que espero mañana y lo que aguardo,
y que descubriré camino dos pasos
a mi razón de ser
bien adherido...

Tengo temor de despertar al hoy
y descubrir que riño ante el olvido,
por lo que trajo a mi vida
sin pedir,
y ahora es mi más cálido tesoro,
ya eres mi mapa,
mi faro...mi palabra...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

martes, 18 de octubre de 2016

ESTANDARTE PARA TU PIEL / Poesía de José Ignacio Restrepo




COMO CORSARIO


Desde tarántulas cansadas de viajar
hasta senderos de sagrados tulipanes,
largos caminos que suman en renglones
mi vanidad por ser y no cambiar,
esa patente impávida de corso
que lo que tiene a la mano
no se niega,
aunque aspavientos librados en el viaje,
terminen siendo mórbido equipaje...
primero, inicialmente,
aún me acuerdo,
por apostar medir entre tu piel
esa avaricia ahorrada por mis dedos
y luego cuando logré la potestad
de pronunciar con todas sus letras 
mis te quieros,
todas las veces regué mis galanteos
como si cada vez que te encontraba
yo me perdiera entre pulsos pignorados,
entre la sal ardiente de tu piel,
que aunque me mienta
o calle, que es lo mismo
sé que mucho antes de verme me esperaba
y cada apuesta sin nombre
 de mi boca
entre sus poros de noche era pagada...

De los libros leídos en mi infancia
sobre corsarios y héroes deleznables,
tengo de mi recuerdos similares,
reminiscencias de culto e innombrables,
donde te hallabas referida en sueños
con la mitad del rostro entre albornoces
y la otra entre luz difuminada,
como si un viejo artista
te pidiera,
no te me muevas de allí,
por el amor de dios
tú no te muevas...

Y ahora me hallas 
de nuevo 
como siempre
en la hora final de cada tarde,
revestido de amor por tus recuerdos
en donde tengo un rol
bien especial,
robarte del cansancio o la fatiga
con mis chistes copiados de la red,
y frontalmente darte como ayer,
el mejor de todos los abrazos
y ese beso precoz
pagado a plazos,
que te sabe a robo sin autor...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

jueves, 6 de octubre de 2016

DERIVADA / Poesía de José Ignacio Restrepo


ÚLTIMA PALABRA


Turbio, enhiesto el envión
de mi silencio arropado todo el día
contra el saludo harto de la escena
y esa capa caída,
para abrir nuestros minutos constelados
yo de frente o de lado
y tú al revés...
los dos vamos cansados
a terminar con dignidad el día,
y ese beso que apenas nos convoca
podría estar de más
si así las cosas alcanzara nuestras bocas,
por eso nada alardea,
sale tímidamente de mis labios
y aterriza sin más en tu mejilla,
en rápido aspaviento adulto
que no quiere referirse al tema...

Sin lo mío o lo tuyo,
por obstáculo,
con lo nuestro por útil y bandera,
capeamos ese tiempo inocuo
comiendo algo liviano,
hablando de los perros y las cosas
que pasaron hoy pasado meridiano,
sin ir a interrumpir
pues es pecado
y causa de dinámicas incordias,
pero te miro y tú también me miras
como diciendo 
¿es ésto lo que queda?
¿nos hemos malgastado sin saber
que eso que llamamos futuro
no era más ni menos que una siesta
de esas que se dan a ojo cansado
pero sin atrevernos a dormir?

Recoge ella los platos,
yo los lavo,
solo un par de llamadas y después
a terminar el juego de las horas,
sacando los pelaos a la calle
para que hagan sus heces y se estiren,
nuestros hijos peludos,
nuestros perros,
que crecen sin casi nuestra ayuda
y se convierten en sumisos compañeros
de esta historia sin aunques
y sin peros...

Una hora después
ya estás dormida
y yo poniendo letras que me brotan
para que luego y sin mucha gallardía
unos ojos lejanos sin esfuerzo,
repasen los que soy y se comparen,
somos tan parecidos al final,
la miro mientras cuento de nosotros,
es tan bella como hace quince años
pero esta cotidiana liviandad
de ser lo que solemos parecernos,
para poder mirar
un poco más allá,
nos va a matar de tedio...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©
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