domingo, 15 de marzo de 2015

DE AQUÍ Y DE ALLÁ / Poesía de José Ignacio Restrepo



CICATRICES


Queloides cubriéndole con saña
que recién descubre y reconoce,
tomándose sin tiros ni velones
la piel, los mil latidos de los ojos,
esos grasientos y vivos colofones
que por abrir se cierran,
mientras esculcan ruina
entre canciones...
Temerario el nombre de ella entreverado
mientras llegan sufragios a la casa,
las cosas le recuerdan que la lleva
calzada, apretujada, limpia
sobre lomos de libros que leyó,
y prendas de vestir aún dobladas,
aunque no pueda verla ella está ahí,
a la hora sin paz la reconoce,
diciéndole entre ecos sin decir,
me has dejado esperando allí en la grama,
con la vida saliéndome con prisa,
a rojos borbotones relinchando...
y no te acuerdas ya de regresar,
luego vienen tus manos a buscarme
donde ya no me encuentro,
tus nostalgias a préstamo son cursis
y nada que produzcan puede ser 
ni siquiera un mísero alimento,
pero si para ti, si para tí,
que dejas mis galaxias dando vueltas
en busca de tus ires y venires,
sabiendo que a dos cuadras puedes verme,
a dos cuadras galán está tu musa,
Panteón de los ángeles caídos,
en la fila tercera piso seis,
allí queda mi nueva dirección,
tú lo sabes aunque mal lo niegues,
que me trajiste aquí por conducir
con el vientre y la testa llena de trago
manejando tu Audi portentoso,
me trajiste sin pena de la mano
a este nicho de olvido y desespero...
Tú me mataste amor,
y me dejaste loca enamorada
eternamente, amén,
qué más te digo,
cómo puedes llegar hasta la casa
para encenderme a punta de recuerdos,
si estoy fría y hambrienta y sin sosiego,
tan muerta como un perro en una foto,
por culpa de tu orgullo masculino
que no entregó las llaves ni cedió
el auto que no debía conducir,
si tan solo me hubieras escuchado...



JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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