jueves, 13 de agosto de 2015

RECORRIDO SILENCIO HECHO DE VOS / Poesía de José Ignacio Restrepo


 
RESURRECCIÓN
 
 
Todo lo sabes de mi silencio testarudo,
ante mis propias preguntas
sobre la turbiedad de las razones
y el alquímico paso inocente del olvido,
obstas al resumir tus argumentos
llevarlos hasta el punto vigoroso 
tras la frase en que nuevamente callan...
no sé, dame amo precioso unos minutos...
y yo como ramera le concedo.
Dale, mis piernas son muros conspicuos
desde donde avaro puedes asomarte
para ver las maletas donde guardas
todos lo mapas, todos los deseos,
el curso de los pies enfebrecidos
que partieron de alguna extraña piel
al placer buscando un raro día
y llegaron tan mal encaminados
botando el destilado y puro semen,
como si fueran letras del mejor
escrito hasta el menguado día de hoy...
 
Y callo como Lancelot herido
que ve llegar al resto del equipo
y no puede con poco esclarecer
lo que toma sincero todo un libro,
el torso, las dos manos, el cabello,
el teatro completo de lo mío,
sirviendo en catapulta como un grito
para dar un segundo mi pregón,
y si puedo vencer, comunicar,
conseguir que me entiendas por ventura,
seremos del amor historia pura,
diáconos al servicio de la piel
y entonces saldrá la hiel apretujada
entre ahorros fornidos que tuvimos,
liberándonos a ambos del remedo
de este amor de intocables y sufridos,
que herimos con nuestro hermoso sentimiento
y el del favor del tacto no invitado,
el tacto gallardete enamorado
que tocaba la puerta y no le abrían,
que tocaba la cama y se dolía
de solo conseguir errar altivo
ante el amor del otro que dormido
lo botaba hacia afuera de la cama...
ese mundo adorado en solo un cuadro
que soñábamos reino para el cuerpo
y solo fue el quehacer del ermitaño,
cada día del mes, y todo el año
hasta que mi silencio derribó
tu sonámbulo sueño, tu calvario,
y te trajo de nuevo resurgida
a mis manos, mi vientre, mi decencia
furtiva dama hecha de saliva,
brillante porque pude descender
al limo de la fe que presumía
de ser tu calma esquiva...
y regar el vergel
donde ahora mismo capitula
abriendo sin temor su amada entraña,
las piernas que solían ser dos muros,
para que sea albergue de mi boca...
 
 
 JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©



4 comentarios:

  1. El silencio es el hospital de campaña obligado cuando la guerra entre contrarios que se aman se declara. De un bando y otro habrá heridos, los sueños contra la rutina, el deseo contra el cansancio, la idea contra el hecho, el orgasmo contra la lágrima... el miedo contra la vida. El amor nunca es pacífico. Nos vemos en ese pasillo, por si precisa luz o amable sereno.

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    1. Te asiste la razón...El quijotesco verso no dice de este albor ya nada nuevo, el paso por sufrir va más allá, ha de librarnos de desconocer aquello que traía luz suficiente par verse y mal a solas pernoctar esperándola a sazón de las estrellas, que mutan sin su culpa a otro lugar y mueren sin recibir justa sepultura...Que bueno es ver la huella de tu paso, siempre eres mi primera invitada y la última que yo quisiera cerrara en mi favor la puerta...Gracias Europa...

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  2. Mis piernas son muros conspicuos
    desde donde avaro puedes asomarte
    para ver las maletas donde guardas
    todos lo mapas, todos los deseos... Genial Parce

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    1. De antes no recuerdo haber visto signada tu magistratura de lector Pocho querido, aunque te sé recorredor de laberintos. Gracias mi hermano por venir a mi casa, y tomarte este anís hace dias servido, un abrazo!

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