SILUETA
Cuánto cuero rasgado,
del que llevo pegado a fe resiste,
ese fuerte latir que me acomete
cuando siento vecino ya tu paso,
en este pensamiento del presente
que dice, me repite, me somete,
en una arenga febril e insatisfecha,
con tu nombre en banderas desatado,
que el tiempo de mi voz tiene tus horas
poseyendo las heridas del pasado
que curas, luego hieres, después curas,
amándome como a Dios
se ama en secreto.
Vos y yo somos guerreros maoríes,
en un catamarán bogando mares,
o como simples perfectos colibríes
que tienen el jardín por universo,
nuestro pecho es cóncavo y convexo
y no tiene otro fin que el acercarnos,
dilatado y excelso por efímero
también puede entenderse como paso,
acaso a vos y a mi aun nos queda
por desandar los puentes con las risas,
amorosos, pacientes, silenciosos,
mirándonos al centro de los ojos
como suelen mirarse esos amantes
con el hipnótico afán de serenarse,
su silueta es la de un ser maravilloso
a la luz de los astros en la noche,
parecen de lo unidos uno solo.
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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