COMO HILO
A SU AGUJA
Encadenada a mi,
perpleja,
intacta,
la sombra de tu mano se somete
y desciende sin más como alcahuete
que sabe que desea más que el tórax,
y que ni este minuto
ni el siguiente,
podrán abastecer tu sentimiento
y menos el deseo
que por dentro,
hace rato ya sientes
corroerte.
El camino pintado
en tus oídos
por mi sacro lenguaje que desnuda,
una a una tus dudas
instauradas,
por noticia revelada y convincente,
de que dos que no se aman
pueden ser
eternamente amados, deseados,
por aquellos augurios innombrados
que no precisan dueño,
y menos amo,
se desliza mojado por tu piel
en mi sexo despierto
y presentido.
Y viene luego impetuosa
la tormenta, de los rostros,
de los cuerpos,
de las bocas,
en tremenda visión que como llaga
se abre por mitades,
desparrama,
desparrama,
pasiones por ventura agradecidas
que incendian la misión de andar vacías,
entonces ponemos voz a este silencio
imprecando para que todo tenga dueño,
y amantes otra vez,
eternamente,
nos decimos
amor,
amor,
encadéname amor,
continúa mi amor,
no te bajes amor...
no te bajes amor...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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