sábado, 2 de abril de 2011

PARA ENHEBRAR HUELLAS PERDIDAS… / Poesía de José I. Restrepo


SI UN CAFÉ FRÍO…



De los ojos se esconde,
de la memoria,
el sabor del café de cosechas pretéritas
y el contante interés,
si las manos extienden hipotecas
cuyo estipendio ni doblando el jornal
cubriremos…
Bástele al corazón el tierno ayuno,
los uno o dos maníes,
el zumo ácido del limón descarnado,
la turbia visión del alba tras la noche sin sueño,
y si viene sin voz la voz que conocías
es que viene entonces sin su dueño,
pobre bienvenida aquella
que recibe a un ajeno por un propio,
esas notas firmadas por la guerra
se vuelven aserrín entre mis dedos,
esos dilemas de invierno en el verano
tienen con que restituirle al barro
su posibilidad de ser cerámica de lujo
cuando las manos querellas desanuden,
cuando los pies recuperen el norte
en un camino sin piedras de orgullo…

De los ojos se esconde, de la memoria,
una tibia silueta,
sólo es alguien al oscuro
que tiene una luz a sus espaldas,
ni su nombre sabemos,
o el lenguaje que habla cuando calla,
si no ponemos los sentidos
al viento de la tarde expuestos,
no han sido buenas nunca las mazmorras
para contarle al ave de sus plumas,
ni los barrotes oxidados buen ejemplo
para charlar los amigos
sobre la fuerza inigualable del hierro


DAGUERROTIPO EN AZULES



He venido sólo ayer,
sólo unos minutos hace,
tres ventiscas de desierto hermanas,
con tristes destinos gemelas viajeras,
hace ya varios años prisioneras
de mi augusto trato y mis lisonjas,
sólo ayer permutadas por sutil abecedario
expuesto con dos ojos y dos manos
con una piel de sabias timideces
y una boca vertiente,
donde bogan las razones inocentes
que prueban la existencia de los mundos
imaginados por mi…
Unos minutos apenas junto a esta nueva posesión
que no puede ser mía realmente,
y ahora puedo extraer fragmentos limpios
de soledades antiguas
que había condenado a hacer de sombras
midiéndose sin metro en el bruñido interior de una cajita,
puedo ahora enhebrar perdidas huellas
en el eco sostenido de su voz
que revisa mis grutas sin nombre,
tensar los motivos inconclusos de su historia de hada,
hasta encontrar manantiales extraviados
que corren por el borde de un segundo
surcando la llanura de su torso,
llegando palmo a palmo a los frutales
de su selva aborigen,
maduros mágicamente en un minuto,
que se busca a si mismo interesado,
y verlos bien vestidos para la fiesta del trueno,
ciegos los dos
pulsando los acordes febriles
de este jadeo hecho sin más
de música y relámpagos…


JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor

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