ÁNGEL DE LUNES
Como ese sabor a no se qué
en la mitad de tu lengua,
un minuto y medio, dos,
conciencia inesperada del microcosmos de tu cuerpo,
pérdida momentánea del control
sin daños a terceros, paréntesis,
te llegas como siempre pero
tan igual a nunca antes,
todo en la avenida detiene su marcha,
para que tu y tu bicicleta
rocen mis conos y bastones,
por un lívido instante la tarde
se encanta de la magia inconsistente
de la inconsolable coincidencia,
terreno poblado de minas
hechas de perfume de gardenias y almizcle
Lina cruzando
con su bici de marco de hierro
quizá azul oscuro o violeta, no sé,
miraba su rostro casi detenido
pidiendo a los coches más mesura,
todos tenemos en alguna parte
parientes amados que nos esperan…
Lina pedaleando,
bluyines algo transpirados,
y ese bendito maldito sabor,
cuyo nombre no se,
entreverado en mitad de la lengua y la avenida
mientras mis sueños la dejan pasar…
7:30 MIÉRCOLES GRIS
También roemos
como si fuera queso en la última comida,
los restos ya algo rancios del sueño infantil,
en que desembarcamos tantas noches tarde
antes que el cansancio por la espalda
simple y llanamente nos venciera.
Como pequeños saurios
cambiamos de pigmento la piel
y en controlada némesis
mudamos ese gesto del rostro
al recordar,
en el trago intermedio de un café
que deja escapar su vapor
entre la suave corriente
del acondicionado aire,
de un lugar cualquiera,
ese viejo sueño,
huido con la adentrada adolescencia,
en que se pintaban los rostros
de los hijos del los tíos
y las pueriles vacaciones
que prometían durar toda la vida…
A pesar de todo,
a pesar de todo…
Y alguna lágrima pequeña
se queda balanceando
soñándose trapecio
o collarín de guirnaldas,
o columpio de llanta desgastada,
entre un párpado y otro
cuando a la ensoñación entreverada
se une cual fugaz visión
el paso rápido de algún protagonista,
una prima que siempre te ha gustado,
el amigo perdido de la cuadra,
al otro lado de la céntrica vidriera
con el rostro marcado por la prisa
persiguiendo algún rito prosaico,
de la hora de ayer
en el día de hoy…
Tanto así que, tanto así
que al mirarme de soslayo
y por impávido segundo
sostener en mi los ojos,
sin siquiera una duda
como diente de león en franco vuelo,
ni un amago,
sólo un extraño que hace tránsito en la acera
y mi sueño de niño borrándose
hasta otro día,
yo mordisqueando el último trocillo
para seguir consultando en mi reloj
y retirar acto seguido
con cuidado,
el atrancado palillo
entre mis dientes…
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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