A una distancia probable el ser amante…
(para Carmen Soriano)
Cuando veo tu rostro sin verlo
y en la cuenca impasible de mis manos
sorbo por sorbo bebo la luz de tus ojos,
buscando como siempre calmar esta sed,
comprendo sin hacerlo al destino…
de la tierra de los ríos soy, y sé que todo secreto
yace dormido esperando por mi
en la tierra que tiene mi mano,
y que este grano tomado de la fe
proviene de un matero de tu casa,
no sé cómo se logró tal resolución,
los milagros duermen la siesta
mientras vamos solos al banco,
y ahora sé que me falta el vigor de tus ojos
para completar el canto del turpial,
que a pesar de quedar libre por mi mano
viene todos los días a cantar
afuera de su jaula de oro…
ah!...el vigor primoroso de tus ojos,
aun en los días en que la batalla
se perdió por la sutil melancolía
y gastamos el afán de la cerrada la boca,
escuchando los vulgares secretos
que mustian los sentidos,
esos vástagos jóvenes sapientes
que han advertido con gozo inenarrable
el significado inefable de las cosas
antes que nosotros mismos…
tus ojos llegan atónitos aquí,
al portal de mi casa hoy en ruinas
y me obligan a mirar hacia la luz
a la ciudad que lleva mi nombre
por el favor orate de cardúmenes
que salieron de mis libros una noche,
solo para completar tu búsqueda
y la del brillo inexcusable
que ahora tengo por norte…
y de la mano que en la mía descascara,
su piel de cardo y camelias,
cuya sencilla razón de estremecerse
solía ir por ahí gritando Europa,
debo decir simplemente con ternura
que ya abrazó la razón como reliquia,
y me obligó a desear otro matiz,
la circunspecta y leal razón forjada
que luce rostros de miedo y valentía
ante la misma tonada por desear ser feliz
pese a saber que afuera solo me espera la lucha,
siempre aguardar otra distante madrugada
como los niños que son enviados a la guerra,
y solo tienen en la bolsa rota
un mendrugo podrido de esperanza,
por comentarte de noche
en nuestro dulce panal de miel y vino,
en donde suave y derroche
son las palabras de guerra y de armisticio,
puedo traerte cien mapas de las rutas dispuestas
los de la fuga al través del tedio puro,
los que nos muestran el azar desnudo,
y aquellos que falsamente nos dirigen
hacia el camino seguro,
mi bella Europa,
la de los ojos hondos de sentirlo todo,
la de las manos tibias de cargar a su pesar tesoros,
la de la danza etérea que se asió cualquier tarde distante
de su postrero minuto sin muy bien avisarle,
mi Europa pura, y que los mapas muestren
lo que les venga en gana,
ya está bien de señales
que pretenden enseñarle a latir
al forjador de tañidos,
en los impíos instrumentos de las aves…
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Derechos Registrados
ZURCIENDO DEBAJO DE LA PIEL
( a José Ignacio Restrepo)
Sólo una paz me hace, intermitente,
Derechos Registrados
ZURCIENDO DEBAJO DE LA PIEL
( a José Ignacio Restrepo)
cuando en tus ojos me entiendo
te los robo, me apropio de ellos,
me miro entonces desde su fondo
expuesta en su pantalla de humanidad excelsa
veo los huesos de mi alma
los mismos que tantas veces rompieron
tanto golpe inmerecido, o tal vez no,
y tanta racha de viento viejo…
Por esta tu sola gracia
renuevo cada uno de los espejos
para que sean excusas nuevas
los nuevos reflejos que devuelvan
pero excusas al fin y al cabo,
porque puede siempre el miedo
de dejar de mirarlos a ellos y hacerlo dentro
donde duelen las distancias impuestas
duele la impaciencia que siempre miente
duele aquel segundo que cambió todo
y ahora, logra, de algún modo, que nada cambie…
Deja la ignominia mayor huella
que ese primer beso que no saciaba
y puede con el mejor de los recuerdos…
aún cuando es sólo arenada huella
que equivocado oleaje no borra
persistente inmunda permanencia
que cambia el verde de mis ojos
por enlodados tonos lacrimosos
o impúdicos colores que trascienden,
al mismo tiempo, amor y voluntades…
deseos y deberes bien sentidos.
Como desgastado calcetín
me doy la vuelta de vez en cuando
o me cambio de pie
entendiendo ahora desde tus ojos
que es siempre la misma tela
vistiendo diferente piel…
Sólo el zurcido sabio queda
ese que requiere de pétreas pulidas esferas
que se adentren a su final y mejor expongan
cada hilo destejido, cada hueco
entonces usaré mis pestañas como hebras
y tus dones como aguja
y haciendo remiendos haré paces
que acompañen sin intermitencias
aunque no pueden borrar, de ningún modo,
las huellas en mi arena…
CARMEN SORIANO
Todos los derechos reservados
CARMEN SORIANO
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Qué decir cuando "gracias" se queda tan corto como tan grande es la suerte que trajo, si hay que redefinir cada término para que bien se entienda tanto amor y tanto consuelo, tanto impulso junto a tanto miedo y en la espera de que se avengan esos mayores conceptoe sólo queda decir un escueto, sincero y enamorado, gracias...
ResponderEliminarY cuando surta la última gotera, esta casa verano que somos vos y yo, por mágica labranza de la que ninguno de los dos tiene responsabilidad o culpa, te diré que has sido cantimplora llena de mis sedes y camino de mis pasos muchas veces, y que siempre estamos a mano, debiéndonos, cobrándonos,contratando créditos para viajes imaginarios de los ojos y las manos...
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