SEDES Y TORBELLINOS
Decime vos, decime,
¿qué debe hacer espíritu errante
que por pie propio
ató su cantimplora a ceiba ajena,
y decidió abandonarse a tormentos estelares
que morarán a su diestra,
elevarán su espíritu a su siniestra,
pondrán fuego hervido por dos veces a sus pies,
lubricarán con empeño sus oídos,
para que pueda escuchar su corazón,
latido por latido
por los siglos de los siglos
que le resten?
Decime vos,
libertaria dama del afecto,
¿cómo desandar estos meses andados
sin porfiar de ese modo a la locura
de no poder ignorarte,
ni mucho menos hacer como si fuera
verdad a medias que existes por completo,
y así dejar la razón por la locura
para salir ileso,
aunque quede muerto
por saberme ausente de lo nuestro?
Ánima plena
que alumbras tantos segundos de mi actual trasego,
contesta mi petición según tu urgencia,
pero no olvides que atado como voy
a tu precisa huella diligente,
si no traes la sal para mis viandas
me quedaré sin comer y sin beber,
como misión de darte y recibirte
en mi mesa y mi piel,
que solo dan lo hallado en reverencia
y devuelto por orden del destino
al lugar del origen,
donde brota la luz de mi presente
y la senda del fin y del principio…
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
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Es el silencio el don del sabio, el tuyo es la letra...
ResponderEliminarHe cortado mi mano derecha
ResponderEliminarpor si algún día contra ti se levantara
y la mano izquierda
por si con mala letra te contara.
Me he amputado mis dos pies cansados
por si un día lejos de ti caminaran
y he vaciado mis vísceras
por si su hiel salpicada te quemara
He cosido mi sexo
por si en un arrebato te tragara
y he atrofiado mi cerebro
por si en mala forma te pensara
Me he sacado el corazón del pecho
por si acaso sus latidos te acosaran
y he quemado mi piel escamada
por si en mala hora la tuya lijara
De esta reforma que me he hecho,
sólo para amarte como debiera,
salvo al alma por un motivo solamente
me contó que era la tuya… desde siempre…
En el evento de que tales sacrificios por destino o sin causa fueran hechos, como Frankstein doctorado en mis murmullos, repondría engranajes y actitudes, entre el sacro recuerdo de tus ojos poniéndote dos alas en tu espalda para que vueles conmigo entre gorjeos, hacia esa nuestra Itaca, ansiosa que sin piel nos espera, en algún ensoñado firmamento del que aún no tenemos memoria....
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