martes, 18 de octubre de 2011

ANTE SU ALTAR, MI CULTO ANOCHECIDO / Poesía de José Ignacio Restrepo

A SU MANO 
CUANDO DUERME...


Posoce el arduo día sobre ella,
sometiéndola y dejándola entre sueños,
y en su rostro adormecido y laxo
veo todas las batallas asumidas,
las noblemente ganadas, las perdidas...
Es una danza de pasos serpentinos,
cortos, largos, difusos o anodinos,
otros van extendiéndose sinuosos
llenándome de encanto sutilmente
entre mis ojos aliándose de cerca,
con la música ausente que entonada
en mi profunda mente ya cansada,
produce armonías que la aman...

Nada en ella me es brusco, no podría,
la violencia ignora aún hasta este día
que ella llego al mundo igual que todos,
y se resguarda de los malos fundamentos
pues su mayor capital es la decencia,
esa hablante que adentro desde siempre
vive pero es afuera que revela 
humildemente lo pesado, lo exigente
cuando la vida le pasa la factura,
la sencillez adorable que la viste
no tiene detalle suspicaz que la malogre,
y por eso observarla es tan divino,
sobre todo si duerme como un niño...

Allí profundamente se asemeja
a la reina que no sabe de su estirpe,
confiada en el fervor de sus labores,
navega hacia esa hora inmaculada
que la lleve descansada y fuerte
a la primera batalla de mañana,
no sabe cuál será, y no interesa,
vive allí su inmensa fortaleza,
una fe que proviene de lo alto,
una confianza como ella grande,
un vigor que convence incluso tarde,
cuando se abraza para hallar el sueño,
diciéndome con esos ojos negros,
¿me esperarás mi amor a que me duerma,
y velarás en tu vigilia este mi sueño?


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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