IGLESIA DE DOS
Te sabes encontrar
cada que llegas
a retomar el discurso de mis manos,
que he dejado ayer medio empezado,
en cada yema, cada cicatriz,
cada letargo,
y mis ojos entre cerrados te coronan
pues siempre tu llegada es oportuna,
sea sol, sea de noche, aun haya bruma,
mis manos te recuerdan tan precisa,
como si fueras muro y yo cornisa,
adosada a tu paz
con mi congoja
Con tu corona que no ves
sobre tu frente,
engarzada de joyas ya ganadas
que no buscaste
y te llevaste siempre,
con mis manos encima,
sobre,
en derredor,
con mis ojos bañándote de oscuro,
y mi piel recubriéndote sin más,
todo este altar que nadie más contempla
como si fuera una iglesia de dos dioses,
levantadas en oraciones nuestras voces,
en un solo jadeo pertinaz,
que da testimonio nuevamente
de esta vocación hoy resarcida
que aquí con amor
reconocemos,
es todo lo que hay,
nos repetimos,
que te sientas querida
y yo querido...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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