CABALGATA
vástagos de tus luces de hembra dulce
pasos amables en ajustadas cumbres
donde tu te has caminado en otros días
yagé de hojas pegadas,
manso cuero,
visiones de crepúsculos vividos,
entonces tomo carne de tu abrazo
entonces tomo carne de tu abrazo
como si fueras sed para mi agua
que lleva siglos empozada y sucia
que lleva siglos empozada y sucia
cual si tu fueras la última que existe
procesada y posible de vivirse...
Te llevo de la boca hasta mi sitio
procesada y posible de vivirse...
Te llevo de la boca hasta mi sitio
el pequeño almacén que hace de casa,
lugar donde administro mis remedios
a los recuerdos con consuelo amados,
que reptan como saurios sin bautizo
y además sin tapujos por el suelo...
y además sin tapujos por el suelo...
Los recuerdos me miran resabiados
sin el respeto debido para el amo
sin el respeto debido para el amo
desde paredes de pintura desangrada,
y este lugar sereno pero en guerra,
entrega sus fronteras a tu cielo
que por sorpresa lo toma e ilumina,
luego salimos cabalgando hacia la noche
sumas perfidias a mi ánimo y derroche,
enclaustrando mi nombre atareado,
en zurcir almas de espaldas y de lado,
para que puedan hablar sin darse puños,
sabido es que el lastre de gitanos
pinta de negro todo lo que es blanco,
y deja tantas cabezas sin sombrero,
como anillos huérfanos de dedos
que no desisten de escoger lugares
para corroborar que están ausentes,
ojales de camisas desiguales,
que no desisten de escoger lugares
para corroborar que están ausentes,
ojales de camisas desiguales,
pocillos sin oreja que los alce,
por eso algunos poetas sin consigna
por eso algunos poetas sin consigna
y algunos que cayeron en penumbra,
hayan dificultad en hacer letras
pues aprendieron sus nombres en mercados,
donde vendían azar y relicarios,
o los cambiaban por invisibles tintas,
que no duraban el tiempo necesario
en los poemas escritos intranquilos,
que al toque de la luz más débil
marchitaban sus letras extranjeras
y sin saber el motivo o la razón,
se iban con el aire presuroso,
y no volvían más,
en blanco dejaban esas hojas
como si nunca hubieran recibido
el grafismo inusual,
prieto, arrumado,
prieto, arrumado,
de un poeta sin nombre,
pero igual un poeta agradecido...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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Visiones de color café, olor madera, para explicar la percepción del entorno, del propio cuerpo y de ese otro añorado y anhelado. Conciencia lúcida...vivencias antiguas... detenidas por un fragmento de tiempo en la pupila que una a una pulsa las letras de un teclado benevolente, y sabio, porque sabe que los recuerdos no mueren, ni se ocultan... en el mejor de los casos, los olvidamos.
ResponderEliminarBrillante poeta... Tenés ese don de transportarnos dentro de lo que escribís.
Aplausos!!
y vos, Fabi, que me das el obsequio invaluable de tu afecto, que hace tiempo mi amor, lo llevo adentro...Gracias por adentrarte, en lo manso y lo fiero, que llevo tejido y ya soy incapaz de dejar olvidado en cualquier sitio...Por eso me ves, a través de las letras, porque tenés ese don, que te hace especialmente ...perfecta...!!!! Gracias por venir...
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