UNA JUEZ SOBERANA
Quiero dejar sentado,
que no es el bien amado o el perdido
lo que me hizo llegar a esta casa de justicia
a dejar la mordaza del silencio
al lado mío o al lado de cualquiera,
que pueda oír la diserta que me traje,
es más bien el coraje de saber
que no tienen defensa ni abogado,
los amores que aun no tienen claro
porqué se ama, para quién,
con cuál asombro debe el poseer
de otro sentimiento y acomodo,
tupido corazón que no halle campo,
acaso para hacer eco al latido,
en el símil siguiente
y no morir sin espacio suficiente,
para albergar la vida y sostenerla,
en presencia del otro y más con él
y por bella virtud de hallar la vida
perderla por saberla requerida,
y en semejante embite tan idiota,
matar al otro también por retenerle
sabiéndose anteayer de amor perdido...
Y haré de abogado en este instante,
en que nadie defiende ni demanda,
con mi propia palabra e infortunio,
socavaré al jurado en donde veo
a variadas personas como sólo uno,
para aclarar si hay muertes necesarias,
entre aquellos que aman y adolecen
y si a tan mal lugar por mi escrutinio,
llegamos al final que paradoja
entonces otro campo emprenderemos
sobre el estado elemental de estos sentires,
pasar aquí con los que bien se pasen,
al estudio siguiente que someto
a la disquisición de los que oyeran,
que no existe el amor sólo la fianza,
es sólo la razón que no se tiempla,
ni aprende de sí misma y su tragedia...
¿Qué cual es? Te diré, someramente,
no quisiera perder de vista el centro,
por andar en mi seso carcomiendo,
el ramaje excesivo de esta selva...
Si no existe amor por uno mismo,
en el curso y destino suficientes,
aplicado al presente en sano arbitrio,
y poniendo experiencia y sacrificio
para poner a todo fin un buen principio,
poco pulso podrás poner si atas
a otro ser con tus lineas y posdatas,
donde digas con letra o con silencios
que tu mucho lo amas, que le piensas,
he ahí la razón del sortilegio,
que no será el tamaño de la cima
o los pasos repasados desde el llano
hasta la más elevada y enjundiosa
de las verdes colinas,
la que anude tu paso
al destino gemelo donde habita
la quietud donde el otro te avecina,
sino el simple destello de los ojos,
los tuyos, los del otro,
que se dicen estoy aquí y ahora,
casi vamos al paso suficiente
para andar un buen tiempo este camino,
sin tu hacer esfuerzo ni exigirlo,
y yo haciendo lo mismo,
dime tú...conoces el objeto
de este viaje misterioso que llevamos,
pues yo tampoco sé de que se trata,
entonces caminemos prometiendo,
que ninguna promesa es necesaria,
y acaso tampoco suficiente,
pues el brillo corriente,
el que vale más que oro o plata
corre adentro del vientre,
tan profundo y tan hondo,
que alcanza si es usado con decoro
por el ser que lo lleva y administra
y lo enciende y siempre lo usufructúa,
pero no para el otro...
Al llegar a esta parte en mi discurso,
el jurado de muchos se levanta
y se encierra a producir ejecutivo
un veraz veredicto,
la juez sin prisa alguna solicita
en una nívea frase solitaria:
Tú galeno de almas sollozantes,
ven aquí, a mi lado, a esta parte,
yo me acerco, ante todo soy galante...
Al mirarla más cerca veo su rostro,
es mujer esa juez de cara bella,
lleva un ojo en la frente,
que ahora brilla de manera etérea,
en silencio le digo creo en esto,
ella dice yo lo sé, yo también y lo comprendo
pero entre la plebe no hay fortuna
que provenga de serse y de saberse,
sino de mantenerse con holgura...
Nos tomamos las manos y salimos,
sin un buen veredicto,
el jurado asolado debatía,
sin ponerse de acuerdo en ese día,
tampoco en las semanas posteriores,
ni en el año siguiente...
Siguen allí enfrascados todavía,
en saber cómo se ama,
de cual fiel sintonía están hablando
los que saben hacerlo y no lo dicen,
cómo puede salvarse el ejercicio,
de amar completamente sin sacrificio
al mismo ser que el destino ha elegido...
Yo doy gracias por siempre y no me pesa,
por haber llegado a defender,
a quien no me pedía le asistiera,
porque fui rescatado en aquel día
de la mano de aquella juez divina
que en la frente aun lleva el tercer ojo
y que yo llevo ya por adopción,
en mi frente sencilla y arrugada
de abogado del amor y de la vida,
que conmigo esta segura
otro día, otra noche,
otra jornada...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor
Siempre un deleite leerte Poeta !!
ResponderEliminarEs de este eco salud y buen viento, saber que en ti produce fiel aplauso...Gracias Mafer..
ResponderEliminarExtraordinario Juicio, como siempre querido Jesé Ignacio un trabajo excelent, siempre un placer leerte y admirar tu maravillosa pluma, abrazos.
ResponderEliminarGracias por llegar al poema, querida Cesarina... Espero que continúes viniendo, esta es tu casa...
ResponderEliminarPreciosas letras y precioso blog, encantada poeta de visitarlo y enriquecerme en él.
ResponderEliminarUn abrazo
Es un placer tenerte acá y compartir los bienes de la casa, M.Jesus...abrazos...
ResponderEliminarEntras a mi alma sin pedir permiso y robas sentimientos sin consentimiento ,pero yo te dejo ,porque me desarmas con tus bellos versos .Gracias Escritor me haces muy feliz con ellos besos.
ResponderEliminarUngüento sobre mi piel son tus palabras, que quemada regresa de la guerra, de ser y ya no solo parecer...Gracias Lidia, por venir a recorrerlos... Abrazos...
EliminarLa armonía se mece entre sensuales y amorosas letras, que me han hecho suspirar emocionada.
ResponderEliminar¡Bravo de pie!
Un aberazo.
Eres siempre bienvenida, a este jardín de emociones, dolores liberados, alboradas a solas y diálogos con un hombre que aún sueña, que es el amor esa escápula de fibra, que en los latidos de sufrientes halla, ese lenguaje que une y que desata...Abrazos Indiasena...
Eliminar