ATADOS
Vericuetos de llama y de cristal,
que dicen entre dulces movimientos,
qué soy, qué me vive, qué deseo,
posibles también de redibujar
lo que que me hace dudar
que a veces simplemente
es mi sustento...
Temblores que no sé sin son ajenos
o si por el contrario de mi carne
respiran por mi sacro escapulario,
que da a mi pobre vida esta elocuencia,
de tomar lo que traigas de alimento
y compartir mi piel,
mis carnes blancas,
mis rojas inquietudes bien templadas
mantenidas en vilo por tu causa,
que callan en mi boca,
murmurando
mientras comen la tuya al natural...
Besando cada estría,
cada suave delirio, cada flanco,
esmerado, cautivo, exacerbado,
pierdo del tiempo infame su transcurso
y convierto el instante
en un trámite niño y natural...
aseguro que no tendrá buen fin
el sacrificio entero de lo mío
para que viva tu frugal presencia,
de más está decir que es por tu afluencia
que puedo repetir este suicidio
cada noche que llegas
amor mío,
a revolcar tu boca en mi de nuevo,
y no puedo decir que estoy callado,
pues nunca hable tan fino
y tan perfecto,
como cuando elaboro mi discurso,
sobre el trono de rojo, y miel que traes,
que es como un corazón,
como un reinado
vestido de un carmín casi morado
que es hecho de mi sangre,
y de mi fuerza,
el tono de mi beso
al natural...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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Ahhhj.... Tan naturales como bellos, son los besos con los que se rompe la monotonía de los días... Arrasas con versos este pobre corazón... Otro para ti
ResponderEliminarComo dije alguna vez, no hay gesto más bello que aprender a dar con maestría esa belleza diaria que recibes... Como los vientos, Isabel, somos frescos y honorables. Gracias por tanto afecto!
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