DEL OLVIDO
Ah, ese afán de la piel
que es cual herrumbre,
no puede atarse ni se pide cuando
ese atento picor que nos alcanza,
se tiende desde nortes hasta sures,
en los cuerpos que su albur demanda
y luego aquel dolor como ninguno
vestido con calor de maldiciones,
que mancha cada vínculo compuesto,
desde el pasado en turbio manifiesto
y como cruel inverso de ese otro,
cual inquilino del alma se desdobla...
De ese predestinado quehacer
que la brújula no muestra
en mapa alguno,
posterior al amor adolorido,
anterior al presidio del olvido,
si supiéramos más sin dejar nada...
solo damos al otro una palmada
en las cosas que ya no nos habitan
para hacer de su yugo despedida,
y dar vuelco al orgullo,
- o al olvido -
que su sombra devuelve
al que lo habita...
Si fuéramos del mapa coordenada,
y no sombra sutil, rutilo cierto...
al tono de su voz amor esbelto
algún rito sin cara rendiría,
la nostalgia fatal, predestinada,
con los pasos previstos, tus zapatos,
y en tu piel forja extraña
y desechada...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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