LA HORA 24
Vago sendero que mis manos tapan,
cada que aviesas las paso por mi torso,
esos sudores que salen por saberte
brotan de lejos pues hace rato
que hicimos testamento...
De los requiebros pasados hoy mortaja,
veo silencios y desgano ansias...
En nuestra chimenea brea tibia
muestra los sortilegios que tuvimos
caminando en volutas,
lentamente,
y los nuevos destellos esperando,
como sueños por hacer
en nuestra cama...
Es la disidencia de la fe
de dos discípulos solos angustiados,
se vuelve lento este insano sentimiento,
y el observar tu sonrisa y mi silencio,
convierte el nuevo trago en otro verso,
cuyo título es, solo pecado...
Lanza al sumidero tus mil miedos,
que los rayos del sol pasen campantes,
la claraboya es para tunantes,
y la puerta tirada ya no sirve
para atar de su tez la cerradura,
que hace tanto, mi amor,
si funcionaba...
Es la hora,
están todos dormidos,
los que ciegos ayer y malheridos,
supimos que la guerra era muy corta,
invitamos al amor a que siguiera
la danza sin censura de los pies,
nos vamos de la vida malograda,
adoptaremos nombres de otras gentes
la fuga nos hará convalecientes
pero es tras la vida que nos vamos...
Aleja esa cuchilla de la aorta,
que puede alguna bruja mal moverte,
la hora de vender tanta reliquia
se agotó hace minutos y volvimos,
abajo en la estación con las maletas,
ese otro que era
está sentado,
está sentado,
aguarda mirando a lado y lado,
algo nervioso cual si mal hiciera...
algo nervioso cual si mal hiciera...
Ya pronto llega el tren negro y bulloso,
una vida distinta está esperando,
la promesa de ser acaso otros,
con el cambio en los ojos
y en las manos...
y en las manos...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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