DE LA BITÁCORA...
Y entonces quedan los recuerdos,
haciendo de portal, zaguán, de closet,
el presente traduce sus misiones
de como ir a juntar lo que lastrado
de su propio y efímero quehacer,
ha quedado baldado de saberse,
sumido en el olvido intransferible,
que le puso en agrietado monumento
del alcance de la voz y de la manos,
odiosamente lejos...
Y, entonces,
nos da la mano nuestro propio aliento
desde el vidrio opacado del espejo,
diciéndonos con franco afecto,
esto no es nada comparado con la guerra,
o con la inanición de niños que se mueren,
sin doctrina, ni credo, ni carisma,
esto no es nada, me dice con su mano,
el olvido que ya de ahí me tienta,
si te miras sabrás que es corregible,
que tu mutismo decente y nacarado,
no necesita tu nombre o el de ella,
lacrado desde la primera letra
a la final que se escribe a cada rato...
Y yo le digo, sin un dejo de amargura,
ni de orgullo, ni de fiera desmesura,
que hay caminantes que abogan por la causa,
temen dejar sembrados sentimientos,
odian que les construyan monumentos
que caerán presa de la ruina,
de esos y de otros yo he tomado,
lo mejor y lo peor y he practicado,
anduve por caminos y canales,
del cuerpo lo di todo él es la prueba,
ahora soy retal de mi quimera,
y los caminos más bien en mi recorren,
no tengo grietas de los mil recuerdos
que partituras en mi boca hicieron,
pero si levo anclas cada vez
que en algún puerto reclaman que me quede,
por sencillas razones, sentimientos,
de traducir difícil, de cantar algo más,
por eso ante el espejo introvertido
hago causa común sin que me pese,
y de recuerdos grandes me despido
para hacer con la mar mis oleajes,
tardío pleamar de mis corajes
que inicia hoy un nuevo recorrido...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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