los sinuosos derroteros que la memoria bien recorre,
a oscuras,
saben de ti,
de la forma de mirar de tus ojos
y la manera terca
de hacer huellas tus pasos…
No poder morir en la esperanza,
quedarse acorralado en este instante,
y transigir a esta ámbar locura
con la muda trascendencia del soldado,
que ha entrado a una ciudad perdida,
a buscar los sobrevivientes,
de la ira de dios…
No tardes más en mirar las flores
que a la puesta del sol cierran sus pétalos,
ya es esta hora,
estar aquí,
ser viento,
venir de algún lugar de las estrellas,
no ser guijarros
nadando en un mar frío…
la máquina de entablar desciframientos
emite un suave zumbido,
que explica de mecanismos descompuestos
de métricas dañadas
de lenguajes aun no inteligibles
y no quiere hacer su trabajo
para poder entender tu joven mundo,
que me pasa en vigor…
Sería fantástico
empezar de improviso a entender
que me quieres decir con tus ojos,
que hay oculto en tu osado lenguaje,
jaspeado en intuición,
labrado en media marcha
con interrogantes de limpia sutileza,
que me dejan callado,
para decirte que te estoy mirando
con la inocencia del primer instante…
odas,
encubrimientos inocentes,
deseos en la bruma, angustias…
Quién eres para la brisa, para el viento,
en otro albor del naciente marzo
hubo otro sin virtud gritando tu corto nombre,
con un dolor ardiendo en su garganta,
y una prisa contraria a la mía,
que busca día a día retenerte,
llorando todo su ser para poder olvidarte…
Una pequeña polilla se acaricia las alas
mientras posa su cuerpo en una hoja,
como esperando a un fotógrafo
de la naturaleza…
¿Qué debería decir de ti
si pasas como cometa fulgurante,
por estos cielos de Dios,
llenos de pájaros que migran?
Conservar este fuego ardiendo
quien sabe que cosas demande…
Toda la leña del invierno afuera aguarda
y solo el borde de mi corazón cansino
hoy se agrieta de frío…
No esperes que sea el aire húmedo un motivo
para que ardan nuestros mutuos pensamientos,
solo mi voz concede que el silencio
es como un viandante ciego
cuyo lugar de llegada
es ninguna parte…
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©
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Como sagrado maná tus versos alimentando la hambruna, diáspora del alma que su tierra prometida busca sin guía ni código ni becerros de oro, acaso unos versos aureados de la voz más bella, la más verdadera... mientras espera que aparezca el milagro que el mar abriera y en recto camino la lleve allí mismo donde se hizo un día la promesa, ser coro y testigo sin que el hambre vuelva a hacer mella... saciada entonces amor, paciente espera...
ResponderEliminarSalmos del corazón dichos con fe entre pretéritas proezas, de nombre corto y sin título, como el presente que me trae llano a la presencia de tu ser, en estas pláticas que no coinciden pero son ciertas y llenas, a pesar de todo....
ResponderEliminarNo hay palabras, sólo silencios prolongados cargados de sueños y deseos.
ResponderEliminarComo la fe de llegar, de la cual con tu cariño, ya haces parte...gracias por tu palabra sin silencios, Stella querida...
EliminarYa que tal vez hayan épocas
ResponderEliminaren que la leña no alcance,
iré guardando para esos inviernos,
Se'Ig,tu poesía enamorada,
para envolver aquellos brazos
que logren alguna vez abrazarme...
Gracias!