COLOR MADRUGADA
El tiempo azul del magenta
dista como una cuadra solamente,
pero está llena de trampas
esa bendita distancia...
de los ojos a la boca,
veintiséis bellos recuerdos
y luego llega la muerte por un pálido sendero,
cubierto de miel y esperma
que dejó regado ayer el ejército de amor
que lucha su propia guerra...
maldita por tan callada,
y por ser la lastimera,
corta y última llamada
del poeta trasgresor,
sacerdote de la piel,
consorte de sus recuerdos...
Hace tiempo que corté el salami
que puse entre el pan frío y cuadrado,
mordido por hambres vertebradas
y por silencios
ávidos y cínicos,
portada de la piel, justo apetito,
mi boca tiene escuálido tu nombre
bordado entre la lengua y la garganta,
bajando por el mojado paladar.
Perlas de suave amor
que me aligeran
y toman las palabras nuevamente
como boleto de vida
y hoy de muerte.
Toma silencios y los riega todos
desde la alfombra del cuarto
hasta la puerta...
el vestíbulo la ciñe
con mis besos,
mientras el turbio magenta se convierte
en una playa roja de satén,
donde esperan palabras y delirios
que como flores ahora se transforman
en azules, berilos y morados,
que podrían vestirla y desnudarla
por horas incansables y sutiles,
sin convertirse en cargas o pecados,
o tiempos que no queden en la mente
en su forma
lacrada de recuerdo.
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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¡Hay tanto fuego en tus versos que me siento rejuvenecer para abrasarme con ellos¡
ResponderEliminar...que hermoso comentario Sibila...gracias por venir.
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