SIN AGENDA
Con tu rostro de niño
que viene vestido de gendarme,
para mermar el abrazo desteñido
que pone a tu cuerpo contra el mío
por diez instantes solo,
como luces de olvido
que pensaron llegar para quedarse,
vienes vos
tiempo de seriales que detesto
entre números y horarios indigesto,
no nos dejas vivir
mencionando sin voz como regresa
mañana, en la mañana
ese astro mezquino,
y dejas en la piel la luz de ayer
para que hagamos de ella
cuento fino,
con que contar mañana estamos vivos
narrándolo sin más como a una joya,
un canto que nos une
el cuero compartido de revés...
Amanece entre tanto en otras partes
y dolientes que nos son desconocidos,
han dejado su queja a buen cobijo
para cerrar los ojos y dormir,
pero vagan sin ellos sus espíritus
por estos linderos
que ayer fueron jardines,
sus voces consternadas puedo oír
delirando a mi lado por lo mismo,
no existo por que sepa y lo comprenda
o porque esté a tu lado,
o por el vago atar de nudos ciegos
que de tu piel hace tiempo
tengo en mi,
no existo
por el tórrido latido
que alimenta mi pecho y lo que soy,
existo por saber qué me motiva,
qué hace que levante mi cabeza
cuando el fierro
sin más me va a pegar,
y por causar en ti dolor y apego
al acabar la noche y el placer
tomar rostro de hermano decadente
que busca, encuentra y vive
el rasgo que bautizo mal humor,
un gigante a la espera de que el sol
seque el agua nocturna de la banca
cuyo granito
conoce desde siempre
la curvatura intacta de mi espalda
y el peso de mi inhóspito trasero,
gastador de teñidas e infatuadas
letras de paño y pana
con bolsillos,
donde cabían los sueños de estudiante
y hoy duerme cuadrado
el mítico papel con el poema,
que se cayó a la calle
y recogió
un gamín al que llaman calavera...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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