A ESA HORA
En los condados
que tienen definida la frontera
pero que aún no son patria siquiera,
duermen carencias abrazadas de la fe
con nombre de colores
y texturas blandas,
sin primer apellido,
ni segundo...
Vestidos para irse a dormir,
y tejidos entre la cálida piyama,
como dibujos que solo entienden niños,
esos recuerdos que atamos con cariño
a nuestra nave que avanza por la vida
hablan como lo haría
otro poema,
este sí extendido en filigranas,
contando entre caminos y veredas,
entre humedales, llanos y represas,
lo que comenta el viento
entre los árboles
antes de que se vuelva bella leña,
algún cuento,
alguna estratagema,
con la cual vencer el día largo,
para llegar cual impávido país
a esa puerta en la última frontera
con el segundo mejor
y la hora plena,
que insomnes llegan para darnos brío,
cuando todo lo demás
hasta lo propio,
solo nos deja pócimas de frío...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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