MÁS SIN MENOS
Vuelco o atajo,
el verbo dicho sobre el vaho de los cuerpos,
deja temblando el siguiente devenir
y entre las manos que se audan e interponen
vence los ecos
de las horas que se fueron,
de las pieles que ahora no los cubren...
Caro y feliz el sendo movimiento
que rodó desde el final de los hallazgos,
se mira muerto recordado y redimido,
la cama mide lo que aun se queda
y entre los ojos el bello quehacer
que se ahorró a la tórrida ilusión,
se viste con los atuendos distraídos
de la siguiente fiesta aun sin fecha...
Cuando las letras duermen justas, calladas,
al pie de las estatuas, de lo muros,
Vuelco o atajo,
el verbo dicho sobre el vaho de los cuerpos,
deja temblando el siguiente devenir
y entre las manos que se audan e interponen
vence los ecos
de las horas que se fueron,
de las pieles que ahora no los cubren...
Caro y feliz el sendo movimiento
que rodó desde el final de los hallazgos,
se mira muerto recordado y redimido,
la cama mide lo que aun se queda
y entre los ojos el bello quehacer
que se ahorró a la tórrida ilusión,
se viste con los atuendos distraídos
de la siguiente fiesta aun sin fecha...
Cuando las letras duermen justas, calladas,
al pie de las estatuas, de lo muros,
parecen olas viajeras que llegaron,
voces del mar que aclaman lo vivido,
espumas que chocan por la ley del aire
o empujadas apenas por la lluvia,
contra un alma dormida en el cristal...
voces del mar que aclaman lo vivido,
espumas que chocan por la ley del aire
o empujadas apenas por la lluvia,
contra un alma dormida en el cristal...
Y en este atardecer
que inicia
el día que abre la semana,
entre el fuego de tus nichos nobles,
con la piel ardida que tan bien recuerda
lo que me diste por gusto decantado
que no aprobó ni la fecha ni la tardanza
de ese ayer timbrado de papel,
miro mis manos que tiemplan bien la cama
con sus sábanas limpias que parecen ventanas...
De pronto me tiendo sobre el lecho,
entre dormido o fatigado de no hacer,
a la espera de otra hora
que te traiga cansada del lejos con tu piel a cuestas
y tus lunares y tu pelo negro,
tu fe prendida de las verdes esperanzas
y los rojos destacados y prendidos,
sobrevividos en tus labios siempre sabios...
Crisoles en la voz prendidos de la mano
llamándose momentos aun sin ser,
ensayando sus vectores color cromo
para lanzarlos de nuevo como flechas,
a tu pecho y el mío que unísonos palpitan,
y se piensan hoy en sus sabores dormidos y anudados
como ombligos de flores,
como hombros quemados a la luna,
o bocas destejidas y cosidas
doce veces y una...
el día que abre la semana,
entre el fuego de tus nichos nobles,
con la piel ardida que tan bien recuerda
lo que me diste por gusto decantado
que no aprobó ni la fecha ni la tardanza
de ese ayer timbrado de papel,
miro mis manos que tiemplan bien la cama
con sus sábanas limpias que parecen ventanas...
De pronto me tiendo sobre el lecho,
entre dormido o fatigado de no hacer,
a la espera de otra hora
que te traiga cansada del lejos con tu piel a cuestas
y tus lunares y tu pelo negro,
tu fe prendida de las verdes esperanzas
y los rojos destacados y prendidos,
sobrevividos en tus labios siempre sabios...
Crisoles en la voz prendidos de la mano
llamándose momentos aun sin ser,
ensayando sus vectores color cromo
para lanzarlos de nuevo como flechas,
a tu pecho y el mío que unísonos palpitan,
y se piensan hoy en sus sabores dormidos y anudados
como ombligos de flores,
como hombros quemados a la luna,
o bocas destejidas y cosidas
doce veces y una...
Allí
empezó todo, amor,
tienes las letras regadas en los labios
y su tinta roja, y mis ojos vestidos para el fin,
hoy a solas
ataviados con moho...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
tienes las letras regadas en los labios
y su tinta roja, y mis ojos vestidos para el fin,
hoy a solas
ataviados con moho...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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