TREMENTINA
Usted
que pinta territorios de exotismo interno,
debe saber que hay pinceles cinco estrellas
deseosos de convidarla a paseos y excursiones,
cambiándose de nuevos hasta usados
entre versos y canciones pasadas ya de moda,
para dejar plasmados allí entre sus colores,
todos los cuentos nuevos
que a bien quiera contar
que me hacen sin más
olvidar las cruentas guerras
y las caras y pobres asonadas...
Manos
tomadas,
alientos emergiendo entre silencios toscos,
y esas sombras atadas con tiras de sumiso celofán
hechas para impedir melancolías,
para darle extensión en las miradas
que buscan mutuos gozos...
Usted, pintora,
manos que trazan, rozan y se van,
senderos despistando a los espejos,
tantas huellas de más
contando entre recuerdos tantos dedos
para poder después tan mal restar...
y el amor blindándose hacia atrás
entre versos de miel, angustia y sal...
De ese lienzo burlado
que era como vástago antes blanco
brota la fe extendida de mil tonos
con un óxido que mancha mal las yemas,
y en mis ojos ver volar a ese niño
que ha crecido al lado de bronces y amarillos,
te suplica gastado mi silencio
que el amor nos observa,
pone tildes sencillas y elocuentes
con el pincel de más alta talladura
entre los mansos ojos que me miran enquistados,
esos,
pintora,
que a diario miran las estrellas en el día,
para pulir adentro como labor ceniza
poniendo acentos al cielo
como el hace en todo lo que mira...
Y consigues habitar la ciénaga sin nombre
pintora de zócalos henchidos,
derribando mis muros,
mis largos puentes de agua,
y tomas con los dedos esas larvas
que no se hacen mariposas,
mientras brotan de ti latidos
entre corcheas que se fugan...
Versos de miel con las puntas encrespadas
que ningún piano toca,
aunque entre teclas de nácar nos convidan...
Restos de tierra que ha dormido,
mientras brotan tan cerca ronquidos salesianos
que brincan espasmódicos y breves,
en tu cuerpo sinuoso de recuerdos...
pintado de crepúsculos cansados...
certeza del pecado por venir,
y dolor por dormirse
entre azules que ya habías soñado...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©
alientos emergiendo entre silencios toscos,
y esas sombras atadas con tiras de sumiso celofán
hechas para impedir melancolías,
para darle extensión en las miradas
que buscan mutuos gozos...
Usted, pintora,
manos que trazan, rozan y se van,
senderos despistando a los espejos,
tantas huellas de más
contando entre recuerdos tantos dedos
para poder después tan mal restar...
y el amor blindándose hacia atrás
entre versos de miel, angustia y sal...
De ese lienzo burlado
que era como vástago antes blanco
brota la fe extendida de mil tonos
con un óxido que mancha mal las yemas,
y en mis ojos ver volar a ese niño
que ha crecido al lado de bronces y amarillos,
te suplica gastado mi silencio
que el amor nos observa,
pone tildes sencillas y elocuentes
con el pincel de más alta talladura
entre los mansos ojos que me miran enquistados,
esos,
pintora,
que a diario miran las estrellas en el día,
para pulir adentro como labor ceniza
poniendo acentos al cielo
como el hace en todo lo que mira...
Y consigues habitar la ciénaga sin nombre
pintora de zócalos henchidos,
derribando mis muros,
mis largos puentes de agua,
y tomas con los dedos esas larvas
que no se hacen mariposas,
mientras brotan de ti latidos
entre corcheas que se fugan...
Versos de miel con las puntas encrespadas
que ningún piano toca,
aunque entre teclas de nácar nos convidan...
Restos de tierra que ha dormido,
mientras brotan tan cerca ronquidos salesianos
que brincan espasmódicos y breves,
en tu cuerpo sinuoso de recuerdos...
pintado de crepúsculos cansados...
certeza del pecado por venir,
y dolor por dormirse
entre azules que ya habías soñado...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright ©
♥
ResponderEliminarGracias por venir corazón...
EliminarMuy bonitas sus poesías....
ResponderEliminarQue bueno que aceptaste mi invitación Elizabeth, te alargo mi abrazo...
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