REGALO
Este que soy,
que a veces no aparece,
lleno de opresivas pretensiones
por compensar los tiempos recluidos,
en los pasillos largos
donde vamos compartiendo las memorias,
éste,
que dilapida la ocasión
en cercenar los brillos convenidos
en tertulias locuaces de uno solo
explicando ayeres,
comparsa de tus buenos quehaceres
que para ti son nada,
hoy,
por la noche...
Este que de tu afán vuelve derroche
segundos que ya no le pertenecen,
y luego se devuelve
generoso,
para darte sin más una promesa,
al pie de cuya sal te nombra alteza,
sabiendo que a ti nada te descresta
que no ponga el aval por generoso,
esa primera prenda,
la pasión,
pintada sobre el labio acalorado
que no nombra principio
o acabado...
Este,
que no te aborda por saber,
ni pone a tu servicio la experiencia,
y que por el contrario niega ser
heredero de lábiles sapiencias,
compartidas
contigo alguna vez,
que reniegan de olvidos que no son,
testifica sin voz una vez más
que
nuestra piel es una hija de los tactos
que no se nos quedaron
en las manos,
vengo...
hoy...
otra vez,
calladamente de nada convencido,
a pedir ese asombro ante la duda,
porque nada gané de otra manera,
nunca,
hasta sentir los labios que atacaban
no sabía lo mullido de la cama,
y si habría sudor
para dos cuerpos,
esta noche de fábula copiosa,
que dijo de los dos
tiéndanse allí,
merecen el regalo de las horas
y el fondo de su amor
en las miradas...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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